Katana es una perrita ciega de 8 años cuya historia está dando mucho de qué hablar en redes sociales como Instagram tras realizar una caminata de 1.100 millas al lado de su dueño Kyle Rohrig, por un extenso sendero en los Estados Unidos que ha cautivado a todos tras convertirse en tendencia.
Una perrita exploradora
Lo que ambos vivieron fue una prueba de perseverancia, la cual vino acompañada de altas dosis de paciencia. Cuando el suceso se hizo viral, The Dodo contactó con Rohrig quien confesó: “Cuando traje a Katana aquí, era para hundirse o nadar. La única paga es que no iba a dejar que se hundiera”.
Lo que pocos saben es que el animalito de raza Shiba Inu es una experimentada excursionista, al punto que ella y su padre completaron los 2,200 millas del sendero de los Apalaches, pero fue durante una caminata en Pacific Crest Trail cuando le apareció un glaucoma en el ojo izquierdo.
Tras esto, ambos tuvieron que abandonar el desierto para que la can sea sometida a una operación, pero el veterinario autorizó que siguieran el recorrido, pero cuando perdió la visión del ojo derecho hace casi dos años, la personalidad de la mascotita cambió: “Al principio era muy cautelosa y tímida para hacer cosa. Parecía insegura de sí misma”.
Intentando recuperar la confianza
Pero el dueño de Katana ideó un plan para que la perrita recupere la confianza cuando esta comenzó a acostumbrarse a la oscuridad: “Tenía el ojo puesto en el sendero de Florida Trail durante un par de años, pero nunca hice ningún plan oficial para recorrerlo. Después de que Katana se quedara ciega, pensé que sería el camino perfecto para ayudarla a realmente aceptar sus nuevas circunstancias. Habíamos estado comiendo y durmiendo su ceguera durante meses, pero en el camino, también la estaríamos respirando”.
En ese sentido, la pareja comenzó su recorrido el pasado 8 de enero en el sendero Big Cypress, Everglades y, de acuerdo al cálculo, atravesar el estado hasta Fort Pickens podría tomarles de 2 a 3 meses: “Estaba muy húmedo, embarrado, con errores y, a veces, estábamos caminando por millas por agua, lodo o pantanos; a veces, hasta la cintura. Fue un año difícil y húmedo para caminar por este sendero”, expresó Rohrig.
Durante 72 días, ambos se rodearon de caimanes, serpientes, árboles derribados, carreteras, senderos que desaparecían entre la maleza: “Le encantaba cada segundo de libertad y poder explorar nuevos lugares. Realmente, creo que ese es el sueño de todo perro”.
Finalmente, recorrió 200 millas de recorrido ella misma, mientras que su dueño la cargó 800 millas restantes.
Katana renovada
A fines de marzo, llegaron al límite estatal, lugar donde se dio cuenta que Katana ya no era la perrita insegura que inició el recorrido, todo lo contrario, era una cachorra fuerte, segura de sí misma: “No sé, exactamente, cómo lo hizo, pero, podía guiarme por el sendero sin chocar con un solo obstáculo mientras tomaba en cuenta cada giro y vuelta del sendero. Katana pasó de ser cautelosa y tímida a confiada y curiosa”.
La experiencia no solo cambió a la mascota, también a Rohrig: “Fue emotivo verla hacerlo tan bien, como si nada hubiera cambiado desde nuestros días nostálgicos cuando empezamos a hacer caminatas de larga distancia”.
Tras regresar casa, la perrita pone de manifiesto todas las habilidades aprendidas para su vida cotidiana, como patrullar el gran patio trasero de su casa: “Ella no solo está lidiando con sus nuevas circunstancias, está prosperando y prospera donde quiera que vaya. Tenemos muchas más aventuras planeadas y la voy a seguir llevando hasta que deje de disfrutarlas. Ambos estamos viviendo el sueño”, sentenció a The Dodo.