El Super Bowl es un evento masivo en los Estados Unidos que congrega a millones de personas, es uno de los eventos más importantes del país norteamericano, por lo que muchos hacen planes para ver este espectáculo; pero, unos amigos han asistido juntos a todas las ediciones de este emocionante partido, por lo que han acordado hacer planes para su última aventura, hecho que se ha convertido en tendencia en redes sociales como YouTube.
Tres amigos de más de 80 años se encuentran acordando el cómo harán para el que, probablemente, será unas de sus últimas asistencias a este esperado juego de fútbol americano tras 55 años consecutivos desde la primera vez que se celebró el Campeonato Mundial de AFL-NFL.
En la presente edición, la 56°, se realizará en el SoFI Stadium de Inglewood, California, a la que no planean faltar Don Crisman (85, Maine), Gregory Eaton (82, Michigan) y Tom Henschel (80, Florida), pero alertan que tienen pensado parar en el campeonato del 2026, es decir, el Super Bowl LX.
Y es que a pesar vivir de zonas distantes, han tomado este torneo para juntarse y formar una amistad prolongada: “Todavía creo que me quedan algunos años. Voy a tratar de llegar a los 60. Pero, la vejez nos está alcanzando a todos”, detalló Tom.
De hecho, Henschel y Crisman se conocieron en 1983 e Eaton llegó mucho después, en la década de los 2010 y, desde entonces, se han vuelto inseparables en cada edición de este multitudinario como millonario show deportivo. Sin embargo, el club era de mayor número, pero con el paso de los años fue disminuyendo, ya sea por la vejez o que otros fallecieron.
Este reencuentro será especial para los tres, pues desde le llegada de la pandemia del coronavirus tuvieron que estar separados por varias filas en la edición de Tampa, Florida, así como una asistencia muy reducida; pero este 2022 los tres esperan llegar a un estadio con capacidad llena y un mega show previo al duelo final entre los Cincinati Bengals contra Los Angeles Rams.
“Simplemente, amamos el fútbol (americano)”, expresó Eaton, quien reveló que su entrada le llegó a costar un total de 2 mil 500 dólares, un precio 400 veces mayor a lo que, por ejemplo, se cobró en 1967.
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