La tinta toca su piel y, como el recuerdo de Tokio 2020, aquel tatuaje en su antebrazo que -por el momento- hace alusión al mejor logro de su vida, quedará para siempre. Falta un mes y medio para su participación en los , pero ya sabe que será la experiencia más importante de su carrera. Qué deportista no sueña con estar en el evento multideportivo más importante del mundo, sobre todo si aquel camino que tuvo que recorrer para conseguirlo no fue sencillo. ‘Ale’ no lleva un mes preparándose para ello, sino toda su vida, y está decidida a demostrarlo.

Lograste hacerte el tatuaje que tanto deseabas sobre los Juegos Olímpicos…

Ya tenía los laureles deportivos y mi idea era hacerme un tatuaje de Tokio dentro de él, pero no se iba a apreciar muy bien. Además, como es la primera vez que el karate va a ser olímpico, y no se sabe si ello se repetirá, le pedí a mi tatuador que me diseñe algo referente ello. Así que ahora tengo una karateka pateando, que sería yo, porque soy una persona que maneja bastante bien la pierna en el karate. Todo fue de un momento a otro, porque al inicio también quería hacerme una antorcha olímpica. Todos los tatuajes que tengo, tienen un significado deportivo.

DURO Y LARGO CAMINO

Alexandra Grande tenía cuatro vías para lograr su clasificación a Tokio 2020: el ranking olímpico, mejor deportista continental de los Juegos Panamericanos, el Preolímpico y la carta de invitación directa del Comité Olímpico Internacional. ‘Ale’ lo hizo gracias a los dos primeros.

¿Cuándo te enteraste de tu clasificación?

Muchas personas que no saben cómo ha sido mi clasificación. Yo ya estaba clasificada en un 99% desde el año pasado, y en un 99.9% desde hace un par de meses. Solo estaba esperando que lo confirmen, y para ello tenía que esperar el Preolímpico. Al 200% me enteré el viernes 18, un día antes de competir, pero no quería soltarlo en redes, porque quería esperar que sea oficial.

Generabas mucha intriga en tus redes sociales con tus publicaciones...

Sí, y todos me preguntaban, pero no quería decirlo. Me bromeaban diciéndome que estaba peor que las Elecciones, que no sabían si sí o sí no. A algunos le dije que ya estaba clasificada, pero trataba de jugar en las redes para confundir a todos.

¿Qué pasó en el Preolímpico?

Para muchos, y es cierto, no llegué a competir al 200% en el evento. Perdí en la primera pelea por banderas. No competí como debí haberlo hecho, pero fue para prevenir, porque estaba jalando una lesión. Claro, en caso no hubiera clasificado, sí me metía con todo y ya se iba a ver más adelante lo que pasaba. Yo venía con una lesión en la rodilla, en los cuádriceps y en el abdominal. Lo que no me estaban permitiendo entrenar al 100%.

¿Lograste clasificar por dos vías?

Clasifiqué por la medalla de oro de los Juegos Panamericanos y por el Ranking Olímpico, el cual empezó desde el 2018. Han sido años muy duros, en los que no podía faltar a ningún evento para no perder puntos y que nadie me pase.

¿Cómo te encuentras de ánimos?

La emoción está, pero la sé controlar. De hecho, las personas me dicen que debería estar súper emocionada, pero no, es mejor tomar todo con calma, porque esto no es lo que busco. Ello todavía está más arriba.

¿Qué tan dura ha sido tu preparación para lograr este objetivo?

Yo me vengo preparando desde hace mucho tiempo, no es que recién voy a empezar. Llevo más de cinco años entrenando y planificando todo para llegar al 100% a los Juegos Olímpicos. Y aunque los planes se modificaron por la pandemia, creo que me sirvieron para llegar más fuerte y más veloz. Ahora, en cuanto al evento en sí, desde el año pasado tengo un plan específico de entrenamiento.

¿Cómo serán estas semanas que te quedan?

Quiero concentrar en un ambiente con mi entrenador (Roberto Reyna) y mis ‘sparrings’. Los entrenamientos han estado y van a ser más fuertes aún. Mi cabeza está tranquila y con ganas de que ya sea el evento. Solamente de hablarlo, me da ganas de que sea el momento de competir. Somos solo diez clasificadas, es muy poco a nivel mundial. Estoy ahí, y tengo ganas de ser de la mejor.

Va a ser una competencia muy dura...

En mi caso, cuando compito con las mejores del mundo, me va bien. Se me complica cuando compito con gente que tiene menos nivel que yo. Con las ‘top’ me va de maravilla.

¿Cómo te encuentras de tu lesión?

Gracias a Dios estoy bien, aunque a veces tengo que ir a terapia para que me vean. A veces los deportistas necesitamos mantenimiento, como los carros. Este dolor a la rodilla lo tengo desde el 2015. También tengo desgastados los cartílagos y me tengo que infiltrar cada año. Además, tengo un poco fregados los meniscos.

¿Cómo manejas esas lesiones con los entrenamientos?

Trato de realizar bastante fortalecimiento de los músculos para que no me duela. Pero, por ejemplo, yo no puedo correr en pista. Si lo hago, me pongo mal, tengo que hacerlo solo en pista atlética, pero no en la calle. Si subo escaleras, tengo que hacerlo con una zapatilla especial, porque si no rebota la fuerza en las rodillas. Igual yo entreno al 100%, no tengo dolor porque me alimento super bien, tengo mis descansos, como tiene que ser.

¿Qué te han dicho tus compañeros?

Hay gente que les ha emocionado mucho, hasta han llorado, porque saben todo lo que he tenido que vivir para lograr la clasificación. He recibido muchos mensajes de los seguidores. Esto ha sido un boom, y no solo para mi, sino para todos. Estar en unos Juegos Olímpicos, para un deportista, es lo mejor que hay.

EL MEJOR EQUIPO

“Él para mi es como mi segundo padre. Es una persona muy importante. Me ha ayudado mucho y no solo en la parte deportiva, sino también personal. Él sabe de mis cosas, de amor, me aconseja de todo. Nos llevamos super bien”, dice Alexandra Grance sobre Roberto Reyna, su entrenador, quien la acompaña de manera oficial desde el 2017, aunque la guía desde siempre.

¿Cómo es tu relación con el profesor Roberto?

Nos tenemos mucha confianza. Además, él tiene mucha confianza con mis papás. Mi madre confía en él y no se mete en nada, a pesar de que ella ha sido karateka también. No le refuta nada. Acá todos somos una familia y todos remamos para el mismo lado.

¿Cómo ha tomado él la clasificación?

Ambos tenemos el mismo sueño, objetivo, todo, pero lo que nos diferencia es que yo soy expresiva, muy eufórica, mientras que él es más pasivo, más tranquilo. Tu lo ves y no se emociona, nada, es todo lo contrario a mi. Cuando nos enteramos que habíamos clasificados le digo ‘profe, clasificamos, somos olímpicos’, me mira y me sonríe y sigue viendo las peleas. Hasta que lo publicaron en la Mundial. Ahí le dije nuevamente y recién se emocionó. Pero de hecho que está contento.

¿Desde cuándo se conocen?

Él me conoce desde que estoy en la panza de mi mamá, y me entrena desde que tengo ocho años. Pero en la selección, estamos juntos desde el 2017, porque antes, si bien me acompañaba, no podía entrar a La Videna ni estar en mis competencias. Yo soy quien soy gracias a él.

Hace unos días compartiste en tus redes un video peleando con él...

A veces uno cree que el entrenador dirige y ya, pero no, él entrena conmigo. Él puede tener el peso que tiene, puede ser gordito, pero parece un chibolo de 18 años cuando pelea. Hasta ahora lo sigue haciendo. Y si bien en ese video solo puse algunos rounds, él entrena y corre con mis ‘sparrings’. Incluso, cuando alguno no entiende lo que debe hacer, se pone la ropa y les enseña. Es una persona bien ágil. Peleamos desde hace años, y cuando estaba pequeña, él me sacaba la mugre. No es fácil pelear con el profe, pero dejamos de hacerlo cuando le patee la cara. Esa vez me dijo ‘es hora de dar un paso al costado’.

¿Objetivos?

Mis expectativas son altas. Nunca hablo de medallas, siempre hablo de ser los mejores (mi entrenador y yo), y estoy segura de que vamos a seguir haciendo historia. Me van a ver peleando hasta el final, así esté mal en ese momento. Sé que voy a entregarme totalmente. El karate es del 5 al 7 de agosto y espero poder llegar antes para aclimatarme. Además, me gusta este tipo de competencias, que es todos contra todos, siempre me va bien. Ya quiero hacer mi maleta, ir para allá y pisar el coliseo. Ya he ido a Tokio y me ha ido super bien allá, así que espero que esta no sea la excepción.


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