La historia del deporte peruano valora a sus deportistas más destacadas porque gracias a ellas el interés por el deporte se ha conservado firme. Ellas, con enorme esfuerzo, consiguieron transmitir su entusiasmo a las nuevas generaciones.
Las niñas que las vieron triunfar en sus disciplinas incorporaron ese deseo de mostrar también sus capacidades en el concierto local e internacional. En el atletismo, por ejemplo, la velocista Julia Sánchez establece un hito femenino que recogerá y levantará la marchista Kimberly García siete décadas después.
El golpe mediático de Julia Sánchez, medalla de oro en 100 metros, Juegos Panamericanos de Buenos Aires (1951), es amplificado por dos títulos mundiales en 2022 por Kimberly García que motivará a un número inconcebible de deportistas.
El vóley peruano, por poner otro ejemplo, se sostuvo desde la década de 1960 en el brillo de Lucha Fuentes, la fortaleza de Pilancho Jiménez y la destreza de Meche Gonzales. Tres décadas después se alcanzó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Seúl 1988.
Cecilia Tait, Natalia Málaga, Gabriela Pérez del Solar –entre otras– serán las referentes de las nuevas generaciones de matadoras y cuyas proezas siguen entusiasmando a las diversas generaciones de voleibolistas en todo el país.
Estos dos ejemplos, definen uno de los roles de la mujer en el deporte: con su determinación sin parangón son las que más fuerza le impusieron a la difusión del deporte en sus respectivos países.
También existen otros atributos que deben destacarse y que responden a la pregunta de qué motiva a las mujeres para alcanzar la excelencia deportiva. Podemos nombrar: amor propio y resiliencia; templanza y afán de dejar un legado a niñas y jóvenes de las futuras generaciones.
Aunque las mujeres han conseguido avanzar con impulso propio hasta lugares de liderazgo y paradigma, sería apropiado colaborar para prolongar esa conquista con el apoyo de diversos sectores.
Uno de los temas que inhibe a las mujeres en la práctica del deporte son las falsas expectativas acerca de la imagen corporal y la percepción distorsionada del cuerpo. Existe una equivocada expectativa de ser valoradas por su apariencia y no por sus habilidades.
En este siglo XXI desmitificar estas falsas perspectivas debe ser una de nuestras prioridades. Hagamos ese esfuerzo juntos para que el brillo de las mujeres haga resplandecer al movimiento olímpico en todo el planeta y se desarrollen en un medio cada vez más seguro y empático.
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