Es el líder de la Bundesliga, por encima de dos gigantes alemanes: Bayern Munich y Borussia Dortmund. Se podría decir que va camino a ser el nuevo Leicester, el equipo por el que nadie apostaría y que, sin embargo, tiene claras chances de coronarse como campeón. Aunque con una gran diferencia, mientras los 'foxes' eran admirados por todo Inglaterra, el RB Leipzig es, actualmente, el equipo más odiado de Alemania.
Son permanentes las banderas de los hinchas rivales, criticando al actual puntero, aunque estas críticas no van enfocadas a su estilo o filosofía de juego, sino más bien porque representa al 100% el ideal del fútbol como negocio, cada vez más presente en estos tiempos.
Dietrich Mateschitz, es el magnate propietario de la bebida conocida en todo el mundo, Red Bull. Una nueva idea de negocio se le vino a la mente, hacer algo similar a lo realizado con el Red Bull Salzburg en Austria, aunque en un país en donde el fútbol tenga mucho más acogida, así pensó en la ciudad de Leipzig, una de las más pobladas de Alemania.
En el 2009, tras un intento fallido de comprar el Sachsen Leipzig tres años antes, compró la plaza del SSV Markrandstad, de la quinta división de Alemania. Y, a su vez, también invirtió dinero para adueñarse del Zentralstadion, un estadio hecho para la Copa del Mundo 2006 y que ya se encontraba en desuso.
Nacía el RasenBallsport Leipzig, pero fracasaba en los primeros cuatro años, no salía de esa quinta división. El magnate no desistió y apeló a su fortuna. Contrató al técnico Ralf Ragnick, quien ya había pasado por dos clubes de primera división y, posteriormente, invirtió 100 millones de euros, con el objetivo de formar jugadores. Así empezaron a ascender de categoría, hasta llegar a la primera división.
El desprecio de los hinchas rivales en la Bundesliga inicia con el excesivo monto de dinero que ofrecía Mateschitz a futbolistas juveniles de otras canteras, atrayéndolos con contratos profesionales para que ingresen a una nueva academia de fútbol, la cual construyó invirtiendo 35 millones.
"Se impone una situación de guerrilla. Van directamente a los jugadores jóvenes y les ofrecen tanto dinero que es muy difícil decir que no", lo resumió bien Peter Fischer, presidente del Frankfurt.
Lo de Leipzig es un plan de negocio que viene funcionando perfectamente. Una inversión en la cual poco interesa la afinidad por una camiseta, en donde los futbolistas son empleados muy bien pagados que realizan, hasta el momento, un trabajo eficiente. En donde se reemplazó la cultura del fútbol, por la cultura del negocio, un ideal que genera la furia de los hinchas de la Bundesliga.
Minutos de silencio por la 'muerte del fútbol', pancartas con el mensaje "en Leipzig ha muerto la cultura del fútbol", e incluso cabezas de toro lanzadas al campo de juego, en clara alusión a la marca que compró al equipo. La resistencia de aficionados que prefieren no darse cuenta de que sus ídolos no juegan por ellos, sino por el salario recibido cada fin de mes. RB Leipzig aceptó que es como una empresa con un objetivo claro, ganar por encima de todo, sin importar el desprecio que le tienen los hinchas tradicionales.
Champions League: tablas de posiciones y fixture de la fecha 5
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¿Quiénes podrían repetir?: Este fue el once ideal del año 2015. https://t.co/s7g7zQpPgC pic.twitter.com/4pqzxDPxBu
— Snap: depor.com (@deporpe) 22 de noviembre de 2016
Es el líder de la Bundesliga, por encima de dos gigantes alemanes: Bayern Munich y Borussia Dortmund. Se podría decir que va camino a ser el nuevo Leicester, el equipo por el que nadie apostaría y que, sin embargo, tiene claras chances de coronarse como campeón. Aunque con una gran diferencia, mientras los 'foxes' eran admirados por todo Inglaterra, el RB Leipzig es, actualmente, el equipo más odiado de Alemania.
Son permanentes las banderas de los hinchas rivales, criticando al actual puntero, aunque estas críticas no van enfocadas a su estilo o filosofía de juego, sino más bien porque representa al 100% el ideal del fútbol como negocio, cada vez más presente en estos tiempos.
Dietrich Mateschitz, es el magnate propietario de la bebida conocida en todo el mundo, Red Bull. Una nueva idea de negocio se le vino a la mente, hacer algo similar a lo realizado con el Red Bull Salzburg en Austria, aunque en un país en donde el fútbol tenga mucho más acogida, así pensó en la ciudad de Leipzig, una de las más pobladas de Alemania.
En el 2009, tras un intento fallido de comprar el Sachsen Leipzig tres años antes, compró la plaza del SSV Markrandstad, de la quinta división de Alemania. Y, a su vez, también invirtió dinero para adueñarse del Zentralstadion, un estadio hecho para la Copa del Mundo 2006 y que ya se encontraba en desuso.
Nacía el RasenBallsport Leipzig, pero fracasaba en los primeros cuatro años, no salía de esa quinta división. El magnate no desistió y apeló a su fortuna. Contrató al técnico Ralf Ragnick, quien ya había pasado por dos clubes de primera división y, posteriormente, invirtió 100 millones de euros, con el objetivo de formar jugadores. Así empezaron a ascender de categoría, hasta llegar a la primera división.
El desprecio de los hinchas rivales en la Bundesliga inicia con el excesivo monto de dinero que ofrecía Mateschitz a futbolistas juveniles de otras canteras, atrayéndolos con contratos profesionales para que ingresen a una nueva academia de fútbol, la cual construyó invirtiendo 35 millones.
"Se impone una situación de guerrilla. Van directamente a los jugadores jóvenes y les ofrecen tanto dinero que es muy difícil decir que no", lo resumió bien Peter Fischer, presidente del Frankfurt.
Lo de Leipzig es un plan de negocio que viene funcionando perfectamente. Una inversión en la cual poco interesa la afinidad por una camiseta, en donde los futbolistas son empleados muy bien pagados que realizan, hasta el momento, un trabajo eficiente. En donde se reemplazó la cultura del fútbol, por la cultura del negocio, un ideal que genera la furia de los hinchas de la Bundesliga.
Minutos de silencio por la 'muerte del fútbol', pancartas con el mensaje "en Leipzig ha muerto la cultura del fútbol", e incluso cabezas de toro lanzadas al campo de juego, en clara alusión a la marca que compró al equipo. La resistencia de aficionados que prefieren no darse cuenta de que sus ídolos no juegan por ellos, sino por el salario recibido cada fin de mes. RB Leipzig aceptó que es como una empresa con un objetivo claro, ganar por encima de todo, sin importar el desprecio que le tienen los hinchas tradicionales.
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Es el líder de la Bundesliga, por encima de dos gigantes alemanes: Bayern Munich y Borussia Dortmund. Se podría decir que va camino a ser el nuevo Leicester, el equipo por el que nadie apostaría y que, sin embargo, tiene claras chances de coronarse como campeón. Aunque con una gran diferencia, mientras los 'foxes' eran admirados por todo Inglaterra, el RB Leipzig es, actualmente, el equipo más odiado de Alemania.
Son permanentes las banderas de los hinchas rivales, criticando al actual puntero, aunque estas críticas no van enfocadas a su estilo o filosofía de juego, sino más bien porque representa al 100% el ideal del fútbol como negocio, cada vez más presente en estos tiempos.
Dietrich Mateschitz, es el magnate propietario de la bebida conocida en todo el mundo, Red Bull. Una nueva idea de negocio se le vino a la mente, hacer algo similar a lo realizado con el Red Bull Salzburg en Austria, aunque en un país en donde el fútbol tenga mucho más acogida, así pensó en la ciudad de Leipzig, una de las más pobladas de Alemania.
En el 2009, tras un intento fallido de comprar el Sachsen Leipzig tres años antes, compró la plaza del SSV Markrandstad, de la quinta división de Alemania. Y, a su vez, también invirtió dinero para adueñarse del Zentralstadion, un estadio hecho para la Copa del Mundo 2006 y que ya se encontraba en desuso.
Nacía el RasenBallsport Leipzig, pero fracasaba en los primeros cuatro años, no salía de esa quinta división. El magnate no desistió y apeló a su fortuna. Contrató al técnico Ralf Ragnick, quien ya había pasado por dos clubes de primera división y, posteriormente, invirtió 100 millones de euros, con el objetivo de formar jugadores. Así empezaron a ascender de categoría, hasta llegar a la primera división.
El desprecio de los hinchas rivales en la Bundesliga inicia con el excesivo monto de dinero que ofrecía Mateschitz a futbolistas juveniles de otras canteras, atrayéndolos con contratos profesionales para que ingresen a una nueva academia de fútbol, la cual construyó invirtiendo 35 millones.
"Se impone una situación de guerrilla. Van directamente a los jugadores jóvenes y les ofrecen tanto dinero que es muy difícil decir que no", lo resumió bien Peter Fischer, presidente del Frankfurt.
Lo de Leipzig es un plan de negocio que viene funcionando perfectamente. Una inversión en la cual poco interesa la afinidad por una camiseta, en donde los futbolistas son empleados muy bien pagados que realizan, hasta el momento, un trabajo eficiente. En donde se reemplazó la cultura del fútbol, por la cultura del negocio, un ideal que genera la furia de los hinchas de la Bundesliga.
Minutos de silencio por la 'muerte del fútbol', pancartas con el mensaje "en Leipzig ha muerto la cultura del fútbol", e incluso cabezas de toro lanzadas al campo de juego, en clara alusión a la marca que compró al equipo. La resistencia de aficionados que prefieren no darse cuenta de que sus ídolos no juegan por ellos, sino por el salario recibido cada fin de mes. RB Leipzig aceptó que es como una empresa con un objetivo claro, ganar por encima de todo, sin importar el desprecio que le tienen los hinchas tradicionales.
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Son permanentes las banderas de los hinchas rivales, criticando al actual puntero, aunque estas críticas no van enfocadas a su estilo o filosofía de juego, sino más bien porque representa al 100% el ideal del fútbol como negocio, cada vez más presente en estos tiempos.
Dietrich Mateschitz, es el magnate propietario de la bebida conocida en todo el mundo, Red Bull. Una nueva idea de negocio se le vino a la mente, hacer algo similar a lo realizado con el Red Bull Salzburg en Austria, aunque en un país en donde el fútbol tenga mucho más acogida, así pensó en la ciudad de Leipzig, una de las más pobladas de Alemania.
En el 2009, tras un intento fallido de comprar el Sachsen Leipzig tres años antes, compró la plaza del SSV Markrandstad, de la quinta división de Alemania. Y, a su vez, también invirtió dinero para adueñarse del Zentralstadion, un estadio hecho para la Copa del Mundo 2006 y que ya se encontraba en desuso.
Nacía el RasenBallsport Leipzig, pero fracasaba en los primeros cuatro años, no salía de esa quinta división. El magnate no desistió y apeló a su fortuna. Contrató al técnico Ralf Ragnick, quien ya había pasado por dos clubes de primera división y, posteriormente, invirtió 100 millones de euros, con el objetivo de formar jugadores. Así empezaron a ascender de categoría, hasta llegar a la primera división.
El desprecio de los hinchas rivales en la Bundesliga inicia con el excesivo monto de dinero que ofrecía Mateschitz a futbolistas juveniles de otras canteras, atrayéndolos con contratos profesionales para que ingresen a una nueva academia de fútbol, la cual construyó invirtiendo 35 millones.
"Se impone una situación de guerrilla. Van directamente a los jugadores jóvenes y les ofrecen tanto dinero que es muy difícil decir que no", lo resumió bien Peter Fischer, presidente del Frankfurt.
Lo de Leipzig es un plan de negocio que viene funcionando perfectamente. Una inversión en la cual poco interesa la afinidad por una camiseta, en donde los futbolistas son empleados muy bien pagados que realizan, hasta el momento, un trabajo eficiente. En donde se reemplazó la cultura del fútbol, por la cultura del negocio, un ideal que genera la furia de los hinchas de la Bundesliga.
Minutos de silencio por la 'muerte del fútbol', pancartas con el mensaje "en Leipzig ha muerto la cultura del fútbol", e incluso cabezas de toro lanzadas al campo de juego, en clara alusión a la marca que compró al equipo. La resistencia de aficionados que prefieren no darse cuenta de que sus ídolos no juegan por ellos, sino por el salario recibido cada fin de mes. RB Leipzig aceptó que es como una empresa con un objetivo claro, ganar por encima de todo, sin importar el desprecio que le tienen los hinchas tradicionales.
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