Ousmane Dembélé llegó al Barcelona con la esperanza de ser el salvador del equipo. Neymar fichaba por el PSG y el francés debía tomar la posta como el arma más desequilibrante en el ataque: sin embargo, esto se complicó por las lesiones. Su desequilibrio nadie lo discute, pero aun no demuestra por completo.
Según informa Mundo Deportivo, sus distintos problemas musculares no solo le han jugado una mala pasada en el campo de juego sino también en el vestuario. El exBorussia Dortmund no tiene el "feeling" con los más experimentados o 'vacas sagradas' del cuadro culé.
Sus actitud introspectiva hizo que se gane la etiqueta de 'despistado y pasota'. Gerard Piqué y Luis Suárez, le han dado un toque en público por su actitud que parece no estar de todo atento para lo que pide ser un jugador del Barcelona. Su perfil bajo preocupa.
Dembélé debía posicionarse como uno de ellos, ser influyente, pero las lesiones tempranas complicaron sus intenciones. Muy criticada fue su actitud de llegar tarde a los entrenamientos, dormir mal y hasta comer mal.
Ousmane prefiere vivir en su mundo, es su personalidad y no se puede cambiar, pero eso no siempre es malo. Cuando pisa el terreno de juego poco le importa fallar un regate, un tiro al arco o un pase. A la siguiente jugada ya cambió de 'chip' y todo lo vuelve a intentar.
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