De llegar al Barcelona para ganar la Champions a ir a prisión: la historia de Arda Turan

Arda Turan llegó al FC Barcelona en la 2015/16, pero nunca se pudo encontrar con la camiseta azulgrana y años después ha sido sentenciado a 32 meses de prisión.

Ya pasaron ocho años desde que llegó a Madrid y, en menos de una década, la vida puede dar giros radicales. Cuando se puso la camiseta del , parecía estar destinado a ilusionar a los hinchas colchoneros –Sergio Agüero había salido esa temporada al Manchester City– y así fue. El turco, que llegaba con la carta de presentación de ser uno de los futbolistas más mediáticos de su país, tenía a su favor el tiempo, pues pocos de sus nuevos fanáticos le habían visto con la camiseta del Galatasaray.

En cuatro temporadas, donde tuvo la suerte de coincidir con el ‘Cholo’ Simeone, se convirtió en uno de los jugadores bandera del proyecto atlético. Entre tanto correlón, Arda era el que pensaba. De esa manera fue fundamental para, en su paso por Manzanares, conseguir una Europa League, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey, una Liga Santander y una Supercopa de España. Nada mal. Pero del amor al odio hay solo un paso y, como en las últimas horas se ganó el repudio de su país –y de gran parte del mundo– al ser condenado a 32 meses de prisión por disparar una pistola en un hospital, hace ya cuatro años también recibió los abucheos de los que eran sus seguidores tras decidir irse al .

Su excusa perfecta para liberarse de los trabajos del entrenador argentino fue “aquí se corre mucho”. Una frase que empezaba a pintarlo de cuerpo entero y que, años después, encaja con su falta de profesionalismo (y cabeza). Pero en lugar de dar un salto hacia adelante en su carrera –lo que parecía así por juntarse con Messi y vestirse de ‘azulgrana’–, el turco empezó a cavar su propia tumba en la ‘Ciudad Condal’.

Caída libre

De ser el mejor, o uno de los mejores, en el Atleti, Turan pasó a tener un papel secundario en el Barça. En un sistema donde Neymar, Luis Suárez y Lionel Messi eran inamovibles, el volante turco nunca se pudo consolidar como titular y en sus oportunidades como recambio no daba la impresión de ser un futbolista que marcara la diferencia.

En dos temporadas completas solo pudo jugar 64 jugadores, en los cuales aportó con 17 goles y 13 asistencias. La falta de continuidad le pasaba factura y las opciones de su salida se abrían con el pasar de los meses. El “vengo a ganar la Champions”, que soltó cuando firmó su contrato nunca se cumplió y para enero del 2018 ya tenía su pasaje comprado de regreso a Turquía. El círculo empezaba a cerrarse.

Aunque el Galatasaray, de donde había salido rumbo a España, parecía contar con sus servicios, fue finalmente el Istanbul Basaksehir quien lo acogió cedido, pero nunca volvió a ser el mismo. Con solo 28 partidos entre la Superliga turca, la Copa de su país y una fase previa de la Champions League, Turan empezó a enfocar su cabeza en temas extradeportivos hasta llegar al escándalo.

Para mayo del 2018, el primer episodio. Un empujón al juez de línea en un partido ante el Sivasspor le trajo una dura sanción de oficio: 16 encuentros suspendido. Ello trajo consigo algunas conductas inapropiadas que se potenciaron meses después. En octubre de ese mismo año, en un club exclusivo llamado Gizlin Kalsin, el futbolista le rompió la nariz con un cabezazo al cantante Berkay, lo que obviamente trajo consecuencias.

Y es que el Tribunal no se quedó mudo. Aunque absolvieron a Turan por acoso al artista, sí que lo sancionaron por algo que pudo acabar mucho peor, ya que Arda se acercó hasta el hospital donde había ido su víctima por los golpes recibidos y empezó a disparar al suelo generando el revuelo de la gente. Su molestia era clara y la expresó en un comunicado. “Gracias a Dios, la Justicia ha considerado que era una vergonzosa difamación”, señaló.

No irá preso, pero su club le cobrará una multa de 400 mil euros y, de cometer un nuevo delito en los próximos cinco años, sí que recibirá el castigo entre rejas. Turan, que era el hombre pensante con el que el ‘Cholo’ Simeone empezó a llevar al Atlético a la élite, perdió todos los estribillos y ahora es un futbolista sin cabeza.






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