Gareth Bale volvió a dejar escapar una oportunidad de reivindicarse con el Real Madrid en Getafe. En su segunda titularidad con Zinedine Zidane extendió una racha sin gol que se acerca al mes y medio. Su actitud en el campo, con miedo en balones divididos y apareciendo solo al espacio, le instala en la intrascendencia.
La temporada en la que Bale debía ejercer el liderazgo de Cristiano Ronaldo, se acerca a su fin sin que el galés dé un paso al frente sobre el césped. Tampoco lo hizo nunca en el vestuario, introvertido y con dificultades durante muchos años con el idioma. Su comportamiento es lo que refleja el terreno de juego. Cuando le ponen a jugar, Gareth disputa su partido.
En el Coliseum Alfonso Pérez regresaba a la titularidad tras sumar apenas 30 minutos en los dos últimos compromisos madridistas. Lejos de entender la oportunidad de Zidane como un momento para brillar, se instaló en la banda izquierda, no tuvo continuidad en su participación en el juego colectivo y solo entró en escena cuando algún compañero vio sus carreras al espacio.
Desde la llegada de Zidane no se ha hecho más que confirmar que su relación con Bale está rota desde la final de la Champions League de Kiev. El técnico ya no confía en un jugador con rol de estrella pero un rendimiento irregular condicionado además por las lesiones y sus sóleos de cristal. Le dio de inicio sus dos primeros partidos a su regreso, y desde entonces el galés regresó al rol de suplente que ya sufrió a finales del curso pasado.
El escenario ahora es diferente. Bale sabe que no entra en los planes de Zidane de la próxima temporada y ha comunicado al club que no desea marcharse como parte de una estrategia marcada desde los despachos por sus representantes. Desde las altas esferas del club tienen claro que no van a regalar, por un precio bajo en un traspaso, ni a ceder al galés.
Es una opción que descartan porque entienden que Bale tiene mercado en Inglaterra y las ofertas van a llegar. Mientras se posicionan las piezas en el tablero para una partida de estrategia y con pinta de prolongarse durante el verano, el rendimiento del jugador en el campo está lejos de revalorizarle.
El club blanco no tiene intención de escuchar nada que no supere la barrera de los 100 millones de euros, con lo que recuperaría el traspaso que realizó con un jugador que ha amortizado a base de Copas de Europa. Librarse de la ficha de 15 millones de euros netos de Bale es clave para la llegada de nuevos jugadores estrellas que asuman la responsabilidad que no ha logrado conseguir el extremo galés.
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