Kylian Mbappé llega en un Volkswagen a la concentración de Francia, en el pintoresco castillo de Clairefontaine. Nada más cruzar sus muros, se viste con el “uniforme” oficial, en el que lucen los logos de Orange y EDF. Hasta ahí, ningún problema. El conflicto surge cuando el jugador debe prestar su imagen para otras marcas, con cuyos valores no está de acuerdo: Coca Cola, KFC o Belin representan comida rápida que contrasta con la campaña que el delantero dirige con su asociación Inspired by KM para promocionar una alimentación equilibrada entre los adolescentes.
BetClic, una casa de apuestas de internet, causa a su juicio problemas importantes entre los jóvenes de los barrios más modestos del país, como su Bondy natal, una ciudad dormitorio de las afueras de París.
Coca Cola, KFC, Belin o BetClic son patrocinadores de segunda fila de la selección francesa, lo que les da derecho a contar con la imagen de los jugadores convocados por Didier Deschamps. Pero Mbappé, que ya ha demostrado que presta una atención peculiar a su imagen, se niega a acudir.
Algunas de esas marcas llamaron a la puerta de Mbappé con cheques importantes, de más de 6 millones de euros, pero se encontraron con el rechazo del futbolista.n ¿La solución? Tener su imagen a través de la selección, con quien firmaron contratos de 1,5 millones de euros que les permitía contar con el futbolista parisino.
Para evitar ese atajo, Mbappé lleva meses pidiendo, en vano, poder participar en la elección de los patrocinadores. Ante el silencio de la Federación Francesa de Fútbol (FFF) había que tensar la cuerda, y la estrella nacional se ha negado esta semana a participar en acciones con alguna de esas marcas.
El veto del jugador provocó un enorme disgusto en alguno de los patrocinadores, que han invertido grandes cantidades en esos contratos. Es el caso de Orange, el operador de telecomunicaciones que no supone ningún problema para Mbappé, pero que pagó los platos rotos.
La abogada del jugador, Delphine Verheyden, lleva meses avisando de este descontento. Para ella, la convención que el futbolista firmó en marzo de 2017, durante su primera convocatoria con la selección, es papel mojado.
Como el resto de los internacionales, Mbappé rubricó ese texto, creado tras el Mundial de 2010, por el cual cada futbolista recibe 25.000 euros por partido con los “bleus”. A cambio, la FFF puede vender su imagen a patrocinadores.
El acuerdo con ellos incluye que cada marca puede utilizar a tres futbolistas, con la idea de que se vaya rotando. Sin embargo, el nombre de Mbappé figura casi siempre en sus peticiones, al igual que los de Antoine Griezmann y Paul Pogba. Son rostros que venden. El del parisiense, cada día más.
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