En el fútbol las relaciones amorosas entre un club y un jugador, salvo contadas excepciones, no siempre surgen por la inercia de la química y se sostienen en el tiempo gracias al romanticismo. La que transaron la Juventus y Cristiano Ronaldo en julio de 2018, lejos de representar la confirmación de un idilio que podía ser duradero, nació de la necesidad. La ‘Vieja Señora’, ilusionada con la Champions League tras perder las finales en 2015 y 2017, necesitaba de un goleador que transformase esa ilusión en realidad, y que mejor que el máximo artillero del torneo para conseguirlo. El portugués, por su parte, necesitaba olvidarse de una ruptura que le había dado nueve hermosos años en España.
A la fuerza, atraídos por un jugoso contrato que tenía que ser retribuido en títulos, tanto el club como el jugador quedaron conformes con la relación. Sin embargo, luego de tres años llenos de decepciones, Cristiano Ronaldo ha pedido oficialmente la separación. La Juventus, consciente de que la edad del ‘7’ no le permite pensar en un negocio redondo, lo ha tasado en 30 millones de euros –un precio muy por debajo de los 117 millones que pagaron para llevárselo del Real Madrid–. Así pues, ‘El amor acaba’, canción interpretada por José José, describe perfectamente este desenlace: “Porque el tiempo tiene grietas, porque grietas tiene el alma, porque nada es para siempre, que hasta la belleza cansa, el amor acaba...”.
La insatisfacción de Cristiano
Cristiano Ronaldo Dos Santos Aveiro (Funchal, Madeira, Portugal, 5 de febrero de 1985) siempre ha sido un ganador por naturaleza. Ese instinto monstruoso para convertir en récord todo lo que toca es el que lo ha mantenido vigente hasta el día de hoy. Sus 36 años son solo el reflejo de los calendarios que han pasado, mas no la explicación tangible de su voracidad para el gol y el físico que hace que se vea como un juvenil. Desde sus tiempos en Lisboa, hasta sus años en Manchester y ni que decir de su época dorada en Madrid, siempre ha querido ganarlo todo. Cuando esto no sucedía, canjeaba su rabia y frustración por combustible para seguir trabajando en ser el mejor.
En Turín, a diferencia de las otras ciudades en las que estuvo, nunca dejó de ser observado como un objeto que tenía una deuda pendiente. Probablemente su salario, de 31 millones de euros libres al año –54 millones si contamos los impuestos–, o quizás su pasado exitoso con otros colores, hicieron que los hinchas ‘bianconeri’ lo tuvieran entre ceja y ceja cada vez que terminaba la temporada y esa Champions League se hacía esperar un año más.
Estadísticamente Cristiano Ronaldo no dejó de ser él: 101 goles y 19 asistencias en 134 partidos. No obstante, la Juventus sí. Los del norte de Italia se habían caracterizado durante todos estos años por ser un club que jamás anteponía el nombre de un jugador por encima del suyo. Incluso en los años de Zidane, Baggio, Platini, Trezeguet, Rossi, Pogba, Vidal, Pirlo o Tévez, siempre hubo un colectivo que respaldó al nombre del mejor, y por encima de todos ellos, nunca dejó de estar el de la Juventus Football Club. Pero con ‘CR7’ no fue así.
Con la obligación de tener a cargo a un jugador que costó más de 100 millones de euros, ni Massimiliano Allegri, ni Maurizio Sarri ni Andrea Pirlo –los tres técnicos que tuvo el luso en sus tres años en Italia– fueron capaces de sacar la mejor versión de un delantero que llegó a la Juventus después de haber ganado tres Champions de manera consecutiva con el Real Madrid. Al contrario, en lugar de colocarlo en un sistema que lo potencie –y a la vez él a sus compañeros–, se centraron en hacerlo sentir cómodo. Y en el fútbol, que esté cómodo el mejor no significa que eso haga mejores al resto.
La Champions nunca dejó de ser una ilusión
La jugada de Fabio Paratici, director deportivo de la ‘Juve’, y Andrea Agnelli, el dueño, estuvo pensada para ganar la Champions League. Tres años después, y con Cristiano Ronaldo en el campo, ni siquiera fueron capaces de pasar de los cuartos de final. Lo peor de todo es que para los ojos de sus hinchas, siempre fueron eliminados por equipos que a duras penas habían destacado en el pasado reciente a nivel internacional: Ajax (2018-19), Lyon (2019-20) y Porto (2020-21).
La lógica decía que, si tenían al máximo anotador del torneo, ¿por qué ganarlo iba a ser más complicado que antes ganarlo? Bueno, pues, en el fútbol ni los mejores son capaces de hacerle frente a la impronta de lo ilógico. Y los datos lo demuestran. En su última campaña con el Real Madrid en la Champions, Cristiano Ronaldo anotó 15 goles, mientras que en las tres que estuvo en la Juventus solo fue capaz de marcar 14.
Cristiano Ronaldo y la ‘Juve’ no solo cerraron la temporada 2020-21 con la eliminación en octavos de final de la Champions ante el Porto, sino también se quedaron con las manos vacías en el torneo local al perder el Scudetto en manos del Inter de Antonio Conte. Luego de nueve títulos de Serie A de manera consecutiva, tuvieron que conformarse con saborear un insípida Copa de Italia,
Esta ruptura entre el astro portugués y la ‘Vecchia Signora’ no solo tiene que ver con un desgaste entre lo que se prometieron –títulos– y lo que se fallaron –estabilidad futbolística–, pues también surgió un ingrediente que siempre es fundamental para sostener una relación forzada: lo económico. Sin ni siquiera acercarse a las semifinales de la ‘Orejona’ y con tantos gastos para sostener al club en plena pandemia, Andrea Agnelli tiene otras preocupaciones más urgentes que mantener en su equipo a un jugador de 36 años y con un salario que triplica al del mejor pagado de la Serie A. El reporte financiero a mitad de año fue contundente: la facturación tuvo una importante caída de 137 millones de euros. “El dolor de cabeza más fuerte es el control de los gastos; el fútbol debe cambiar. Este es el momento perfecto para una reforma”, dijo Agnelli hace unos meses.
El amor acaba
El español Manuel Álvarez-Beigbeder Pérez, compositor original de ‘El amor acaba’, siempre tuvo la razón. Lo de Cristiano Ronaldo y la Juventus fue incluso algo más tóxico y nocivo que una relación forzada por la conveniencia. Fue un acuerdo con un costo de por medio, sin importar los esfuerzos para generar la química ni los desvelos para conseguir los objetivos. Sin títulos grandes en las vitrinas, las “grietas” aparecieron por inercia, y como “nada es para siempre”, ya no es necesario que llegue 2022 para que “el amor se acabe”.
Como en toda separación sin sentimientos que pesen, siempre aparece, casi a lo lejos pero con conocimiento de su oportunidad, un viejo amor: Manchester United. Cristiano Ronaldo, sin cargo de conciencia tras un paso infructuoso por el Juventus Stadium, no parece tener problemas en acogerse a la nostalgia y regresar a Old Trafford para volver a ser feliz. Total, los goles se los lleva él y las derrotas se quedan en Italia. Sin romanticismos ni arrepentimientos.
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