Pep Guardiola fue uno de los primeros abanderados del fútbol en unirse a la lucha contra el . Así como lo hizo Lionel Messi o Cristiano Ronaldo en su momento, el técnico español donó un millón de euros a la Fundació Àngel Soler Daniel para la adquisición de material sanitario. Fue el pasado 24 de marzo cuando decidió poner su granito de arena en esta ‘guerra’ contra el COVID-19. Trece días después, Pep recibió un duro golpe: .

La muerte de la madre de Guardiola por conmocionó al deporte y público en general. Doña Dolors contrajo el virus en Barcelona hace algunos días y no pudo resistir más. Dejó de existir en la ciudad catalana de Manresa, España.

Esta es una situación muy dolorosa para Pep. Y es que debido a la cuarentena establecida en Inglaterra, en donde vive en este momento, y por las restricciones similares que rigen en España, no podrá viajar para despedir a su madre en el entierro, que será en Santpedor, la ciudad que vio nacer a ambos.

¿Quién era Dolors Sala Carrió, la madre de Pep Guardiola?

Dolors Sala nació en en 1938 en Santpedor, un barrio de la provincia de Barcelona. Allí conoció a Valentí Guardiola, su alma gemela, con quien compartiría su vida y el que se convertiría en el padre de sus cuatro hijos: Francesa, Pere, Olga y Josep.

Doña Dolors se ganaba la vida como tejedora en una fábrica, mientras que don Valentí hacía lo propio como albañil. Sin embargo, la crisis textil que azotó a España en la década del 70, justo en la época cuando nació Pep (1971), la convirtió en ama de casa. Más allá de lo difícil que fue la situación, supo reponerse y educar de la mejor manera a sus primogénitos.

Apegada a su hogar, sus costumbres y lo cálido que es el pueblo, Dolors nunca quiso irse de Santpedor. La pequeña ciudad tiene como “hijo predilecto” a Pep desde el 2009, año en el que ganó el sextete (Liga, Champions League, Copa del Rey, Supercopas de Europa y de España y Mundial de Clubes) con el Barcelona.

Santpedor es uno de esos pueblos donde todos se saludan, todos se conocen. Todos los días bajaba por la tarde al campo con el balón en mano y me quedaba esperando a que llegara toda la pandilla. Jugábamos hasta tarde, podíamos durar horas, hasta que mi madre me llamaba a comer”, recordó Guardiola en su libro autobiográfico Otra Manera de Ganar escrita por Guillem Balague.

“No había comida familiar que no empezara con un maternal: ¡Deja el balón cinco minutos y ven aquí!”, contó en otro pasaje del libro. Su madre no solo se encargaba de los quehaceres del hogar, también estaba atenta a los movimientos de sus pequeños.

La familia Guardiola y una difícil decisión

La historia entre Pep Guardiola y el Barcelona empezó a escribirse cuando su padre Valentí decidió rellenar un formulario publicado en un diario deportivo en el que el cuadro catalán daba oportunidad a los chicos para probarse. “Los del Barcelona quieren verte”, le dijo al pequeño Pep que tenía once años.

"En su primera prueba jugó mal. Le pidieron que fuera otro día, pero no pudo mejorar porque lo hicieron jugar por la banda. En su tercera visita, el entrenador lo colocó en el medio campo, donde, de repente, demostró ser un imán para el balón, dirigiendo el juego ofensivo y marcando el ritmo”, relata Balague.

A pesar de que el Barcelona se propuso a ficharlo, Valentí y Dolors mantuvieron una larga charla para decidir el futuro de su hijo. A Dolors, una madre protectora, le preocupaba los continuos viajes de Santpedor a Barcelona y el cansancio que este genera en un adolescente. Notaban que Pep regresaba a casa estresado, más callado de lo habitual y con poco apetito. Ambos creían que su hijo era demasiado joven para instalarse en La Masia y demasiado ingenuo aún para vivir lejos de la familia. Por ello, decidieron rechazar la oferta del club, que dos años después volvería a la carga y por fin concretaría el fichaje.

Cuando Pep se mudó a las instalaciones azulgranas no pudo quedar más maravillado. “Mira, mamá, cada día, cuando me despierte y abra la ventana, lo primero que veré será el Camp Nou”, dijo la primera vez que vio su habitación, según rememoró en el libro. Lo que vino y consiguió después con la con la institución catalana, es historia conocida.

“Cuando era futbolista ya veía el juego como tenía que ir, ya mandaba”, reveló a la TVE en 2009 Dolors. Su premonición era cierta. Como jugador, parado en el medio campo, orquestaba a su equipo. Y como técnico ya lleva 29 títulos, y fue el cerebro de lo que muchos expertos consideran el mejor equipo de todos los tiempos: el Barcelona de las temporadas 2009-2012.

Dolors usualmente no veía los partidos de Pep, ni como jugador ni como entrenador. Trataba de huir a tortura que se genera durante 90 minutos mientras rueda el balón. Sin embargo, en la primera semifinal de Champions League que dirigió Guardiola como técnico, en el 2009 ante el Chelsea, si estuvo atenta.

“Lo vi junto a unos amigos. Yo estaba tranquilísima, no estaba lo más mínimo nerviosa. Incluso cuando alargaron cuatro minutos le dije a uno: ahora marcaremos. Dicho y hecho. Yo lo tenía claro”, contó en una entrevista esa misma semana al sitio Faro de Vigo.

Una premonición que aún no se cumple

En abril del 2012, luego de cuatro años y 14 títulos, Pep Guardiola le dijo adiós al Barcelona. “El cinturón apretaba mucho, así que yo me lo quito. Pero vosotros no os lo quitéis, que esto continúa; os dejo en las mejores manos. Seguid con ellos. Os deseo lo mejor, buena suerte. Hasta pronto, porque a mí no me perderéis nunca”, señaló antes de despedirse.

Unos días después, la madre de Pep, sugirió a los aficionados culés, en una entrevista, que se aferraran a esas últimas palabras, que las guardaran como un tesoro. Su hijo no las había dicho en vano.

Ese mensaje final predecía un retorno. Y doña Dolors lo sabía. Entendía a la perfección a su hijo, al que guió por el camino del éxito hasta que se convierta en uno de los mejores técnicos de todos los tiempos.

La premonición de Dolors Sala Carrió aún no se cumple. Pep es técnico del Manchester City y su futuro no parece estar cerca de Barcelona. Pero, el momento en el que ocurra, doña Dolors lo festejará desde donde se encuentre.

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