Cuando escucho que al fútbol africano le falta cabeza para levantar un título importante, me callo y miro a otro lado. Intervenir es entrar a un debate impopular. Y te lo dice alguien que admira a Didier Drogba y Samuel Eto’o, dos cracks de ese continente y que conquistaron Europa. Simplemente, no lo concibo.
Porque siento que influyen varios factores –no solo futbolísticos–, y que todo puede acabar en un fin perverso, como menospreciar el talento africano, muy bien representado, entre otros, por ‘Jay Jay’ Okocha. En El partido de mi vida escribí sobre Gabriel Batistuta y su último gol en los mundiales, precisamente, a Nigeria. No puse que tenía el corazón dividido, porque ese día quería ver al ‘Bati’ y no a Okocha. Y explico mis razones.
Tengo chispazos de Francia 98, como la exhibición de las ‘Súper Águilas’, con ‘Jay Jay’ de estandarte. Luego de ese Mundial, PSG –que no era el poderoso de ahora– pagó 16 millones de euros por el nigeriano, que se convirtió en el africano más caro de la historia en ese momento.
Por simple curiosidad, comencé a seguir a Okocha, lo que era una proeza para esa época, sin tecnología ni acceso a internet.
La dupla con ‘Dinho’
Recuerdo que en canal 5 pasaban resúmenes de las ligas europeas, y Okocha era un show. Goles imposibles, lujos y jugadas de free-style. Salvando las distancias, era como ver a Messi por esa capacidad para llevar la pelota pegada al pie, conducir y driblar en espacio reducido. Además, con el mismo plus: manejar los dos perfiles, y generar igual peligro con el pie derecho o el izquierdo.
En el 2000 llegó Ronaldinho a París, con solo 20 años, para ser el socio de ‘Jay Jay’. Y yo esperaba impacientemente cada domingo para ver dos o tres minutos de lo que hacían dentro de la cancha. Me conformaba con eso, y algún recorte en los periódicos (sí, era de los que coleccionaba entrevistas y fotos, y las pegaba en un cuaderno).
Hasta que días antes del Mundial del 2002, saltó la noticia de que Okocha se iba del PSG. No lo entendía (luego supe que el club lo vendió porque tenía problemas económicos) y fue un golpe duro para mí. ‘Dinho’ se quedó un año más, dio el gran salto al Barcelona y el resto es historia conocida. Cuando le preguntaron por ‘Jay Jay’, reveló que “fue como un hermano mayor. Me enseñó mucho”.
Capté el mensaje y ‘perdoné’ al nigeriano. Obvio, resentirme con él era como estar distanciado del buen fútbol. Y no podía ser.
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