Deyna Castellanos, la futbolista más representativa de la selección femenina de Venezuela, difundió un documento que firman otras 23 compañeras en cuyo contenido denunciaron al exentrenador del combinado nacional, Kenneth Zseremeta, por haber abusado sexualmente de una de ellas, además de haberlas sometido a acoso físico y psicológico.
“Nosotras, las jugadoras de la selección de Venezuela de diferentes procesos, hemos decidido romper el silencio para evitar que las situaciones de abuso y acoso físico, psicológico y sexual ocasionadas por el entrenador de fútbol Kenneth Zseremeta tomen más víctimas en el fútbol femenino y en el mundo”, indica la nota propalada por la integrante de Atlético de Madrid.
En la misma línea, afirman las deportistas que “desde el año 2013 hasta el año 2017 surgieron numerosos incidentes alrededor de la figura del entrenador Zseremeta, los más comunes como el abuso físico y psicológico durante los entrenamientos”. Y agregan: “Muchas de nosotras seguimos con traumas y heridas mentales que nos acompañan en nuestro día a día”.
Las seleccionadas explican que en 2020 una de ellas (sin revelar su identidad) “confesó que había sido abusada sexualmente desde los 14 años por el entrenador”, un abuso que “duró hasta que fue despedido”, en 2017. En tal sentido señalan que “esto ha sido una noticia que, para todas nosotras, ha sido muy difícil de asimilar, al grado que muchas de nosotras nos sentimos culpables por haber estado tan cerca de todo esto y no habernos dado cuenta de algo tan grave y punible”.
“A raíz de esta confesión”, varias jugadoras “han expresado experiencias de acoso, tanto telefónico como preguntas e invitaciones indebidas, sobornos para mantenerse dentro de la selección, regalos fuera de contextos, masajes y diferentes situaciones que, definitivamente, no eran normales”.
Las 24 hicieron hincapié en que, “aunque suene a locura”, para ellas era “normal” que su entrenador “opinara, comentara y nos preguntara sobre nuestra sexualidad e intimidad, aun siendo menores de edad”.
Acoso por orientación sexual
“Muchas de esas situaciones eran apoyadas por algunos miembros del cuerpo técnico. Hoy entendemos que esas acciones tenían el fin de manipularnos y hacernos sentir culpables. Las jugadoras de la comunidad LGBTI eran constantemente cuestionadas por su orientación sexual y el acoso hacia las jugadoras heterosexuales era constante”, subrayan.
También “existían amenazas y manipulaciones de decirle a los padres de las jugadoras sobre su orientación sexual si no tenían disciplina o rendían como deberían”. “Las insinuaciones sexuales eran temas del día a día, al igual que los comentarios hacia el atractivo físico de muchas de nuestras jugadoras”, añaden.
Las futbolistas también denuncian que la situación no la vivían solo ellas, sino que “a nivel ejecutivo y de cuerpo técnico también existían estas situaciones” en las que el técnico las manipulaba para que pensaran que todos los que estaban a su alrededor “eran malas personas y que solo él era quien buscaba” su bien.
“Era conflicto constante por su poca profesionalidad y mitomanía. Lamentablemente, los resultados generados por nuestro talento lo mantenían en una buena posición. Nunca nos sentimos con las herramientas de poder hablar y ser respetadas pues la influencia y el poder de esta persona en nuestras vidas era autoritario”, concluyen.
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