Corría el minuto 96 y Lucas Castro tira el centro al segundo palo, venenoso, para la cabeza de Nicolás Cordero, quien mete el frentazo ante un Renato Solís casi vencido para el 1-0 que tanto había buscado Huracán y tan difícil se le había puesto en la accidentada cancha del Tomás Adolfo Ducó. Pero ahí estaba, como durante todo el partido, Gianfranco Chávez, para salvarla sobre la línea, minimizar el peligro y celebrar su intervención con un grito sanguíneo, de guerra, de éxito. De gol. La escena no describe muy bien lo que fue el trámite del partido, uno muy peleado, pero sí representa a la perfección lo que fue el cuadro de Tiago Nunes desde lo anímico: un Sporting Cristal voluntarioso, solidario y de mucha solvencia defensiva. Bien plantado para ese 0-0 que lo deja en inmejorable posición con miras al partido de vuelta en Lima, el próximo jueves, para tentar el ansiado pase a la fase de grupos de la Copa Libertadores.