En aquel 2011, Mario Salas ya tenía el grado de ‘Comandante’ y Patricio Rubio, para conservar los términos castrenses, aún era un cadete: no sabía que en 45 partidos iba a marcar 31 goles con Barnechea, que iba a ser campeón con Unión Española ni con la Universidad de Chile, que iba a compartir camarín con Ronaldinho y, mucho menos, que la mitad de un país que no es el suyo -¡lo que genera Alianza Lima...lo que genera!- estaría pendiente de la fecha de su llegada.
Pero para tener un ejemplo cercano del por qué el hoy técnico de Alianza Lima quiere volver a dirigirlo después de ocho años, solo es necesario poner en Google ‘Universidad de Concepción vs. Sporting Cristal’ o, más sencillo, darle play al video que está abajo: el 6 de marzo del año pasado, los celestes visitaron Chile por la Copa Libertadores y cayeron 5-4. ¿El detalle? El ‘Pato’ Rubio -que compartía plantel, lo que es el destino, con Josepmir Ballón- anotó cuatro tantos: tres con la derecha y uno con la izquierda.
¿Qué tan cerca está el chileno de aparecer en la tropa de Mario Salas? Por lo pronto, esto le confesó el ‘9′ a Rafael Saaz, periodista de Depor que sigue de cerca todo la realidad del cuadro íntimo: “Imaginemos que lunes o, más seguro, el miércoles llegaré a Lima”. Y si bien en Matute ya empezaron los trabajos, hay dos cosas que respaldan la teoría de su rápida adaptación: viene de jugar ocho partidos con Everton y estuvo entrenando con su amigo Antonio Guzmán: “Vive a tres minutos y tiene una cancha en su casa. Fue para rematar y tener contacto con la pelota…para no olvidarme cómo jugar (risas)” (en Pelota Parada de Chile).
Ahora, esta obsesión de Salas por Patricio Rubio no es de ahora: cuando el DT llegó la temporada pasada a Colo Colo, uno de los primeros nombres que puso sobre los escritorios fue justamente del ‘Pato’. “Estuvo la posibilidad pero ya había firmado con Universidad de Concepción, me llamaron dos o tres días después de que firme”, confesó el atacante en ADN Radio. Salas había visto en él otras fortalezas que van más allá del área.
Por ejemplo, con Barnechea, empezaron en la Tercera A y fue por dos temporadas, se luchó en silencio, sin flashes, sin los lujos que a veces te brinda la máxima división: incertidumbre por llegar a fin de mes y encontrar las cuentas vacías, canchas de tierra, estadios que no tenían instalaciones para cambiarte, hoteles sin las cinco estrellas, en fin. Y después, en el lapso de separación, Rubio se acostumbró a terminar las temporadas dando vueltas (algo que no se negocia en La Victoria) y a sumar galones con figuras de renombre. O sea, nuevamente en términos castrenses, ascendió.
Su primera vuelta fue junto a un peruano: Christian Cueva
Si uno va hasta ahora al estadio Santa Laura, ubicado en la comuna Independencia de Santiago, y recuerda la temporada 2013, el hincha de Unión Española no solo sonreirá por la vuelta que se dio aquella temporada, sino por los condimentos que hubo alrededor (en aquel plantel estuvo Christian Cueva): Patricio Rubio fue protagonista en una definición contra la Universidad Católica, por la Copa Chile. Por romper las redes y por lo que hizo después: con los dedos dibujó algo más que un gesto, casi un puñal en el fútbol (se burló de un subcampeonato de los ‘Cruzados’) y desató una trifulca –sobre todo con Milovan Mirosevic y Rodrigo Valenzuela–. Horas después se apoyó en las redes sociales y envió un mensaje de paz: “Asumo mi error. Mil disculpas, fue una decisión en caliente”.
Ojo, Rubio ese año fue convocado por Jorge Sampaoli a la selección absoluta de la ‘Estrella Solitaria’. Y a mitad de temporada llegó a la Universidad de Chile: su debut con gol frente a Cobresal fue un presagio de la alegría que iba a llegar: al año siguiente levantó otro trofeo, aunque con la camiseta de ‘Los Azules'.
Convivir con Ronaldinho
En las fotos que acompañan el 90% de noticias de su paso por Queretaro, Patricio Rubio no está solo: aparece junto a Ronaldinho. Más allá de los 630 minutos que estuvo el delantero en campo, hay dos cosas que se recuerdan de aquel tiempo de convivencia. El chileno en más de una oportunidad contó que el brasileño diez minutos antes de salir a calentar se duchaba, que después de cada cotejo tomaba un chárter y se iba hasta Cancún, que los lunes nunca entrenaba y que le en la última fecha del torneo en México, los compañeros le robaron los chimpunes.
“Era un crack. Me decía, disfruta la vida, sonríe. Nosotros lo bromeábamos, con 100 ‘palos’ verdes en el banco, cómo no te vas a reír. Un 10 como como persona. Lo disfruté mucho los seis meses que estuve con él”, confesó en radio ADN. Ah, a continuación una prueba de que la buena onda también se llevaba al campo: una asistencia de Ronaldinho para Rubio en el triunfo sobre Santos.
Después de toda esa etapa, se puso el polo de Dorados, Universidad de Concepción y Everton. Con Rubio hay tres cosas ciertas: celebrar a fin de año ya está en su CV, no se poner nervioso frente al arco y -quizá la más importante- sabe como pocos lo que el ‘Comandante’ busca en sus luchas.
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