Enero de 1997. Víctor Díaz empieza a marcar su propio destino. Toma sus maletas y pone rumbo hacia España. El objetivo era claro: cumplir con lo que le apasionaba: el fútbol. En Castellón (España) llevó el curso para convertirse en entrenador y, 19 años después, tiene la tarea de trabajar lo aprendido en su país querido: el Perú.
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Hoy en día, y tras pasar por las divisiones formativas del Villarreal de España y ser tomado en cuenta en un proyecto de divisiones inferiores en Catar, el formador peruano –porque no es lo mismo que entrenador- es el coordinador del buen trabajo realizado por los menores de Sporting Cristal. Depor tuvo la oportunidad de comunicarse con él, conocer las claves de su éxito, comprender cómo debe trabajarse con jóvenes promesas y reconocer que tan lejos estamos de lo que se realiza en el fútbol europeo ¿Hay material para ilusionarse? Él nos lo cuenta.
¿Cómo inicias tu carrera en este rubro? Estuviste en el Villarreal, ¿no es así?
Tomo la decisión de irme a España a sacar mi carnet de entrenador y ahí cojo un equipo de juveniles en Castellón, donde me dieron la posibilidad de dirigir. Con ellos me tocó jugar ante el Villarreal e hicimos un gran partido. Gracias a eso me invitaron a formar parte de su plantilla de entrenadores, donde pasé por todas las categorías de la cantera. Estuve diez años.
Enzo Francescoli, en el programa 'La Llave del Gol', marcó una diferencia entre un entrenador y un formador para el trabajo con juveniles…
Son dos cosas muy diferentes. El entrenador está condicionado a los resultados, tiene que ser competitivo y va relacionada con gente de primera o segunda división. El formador, en cambio, tiene que enseñar. Un niño en formación tiene la obligación de equivocarse y es ahí donde tiene que aparecer el formador, quien debe buscar que el grupo sea homogéneo en trabajo, compañerismo, solidaridad y, sobre todo, en valores. Aquí no tenemos muy asumida es función porque pensamos más como entrenadores.
¿Qué tanta importancia se le da a la táctica cuando se trabaja con niños?
Los chicos empiezan a trabajar tácticamente a partir de los seis años. Claro que en lo más elemental porque es un proceso de trabajo a través de tareas como basculaciones, coberturas, cómo tienes que hacer la presión, cómo realizar el primer pase fácil; son muchos factores que cuando tienen 11 o 12 años ya lo tienen asimilado.
¿Me explicas el manual de estilo que tiene Cristal?
Salida del juego, transiciones defensivas y ofensivas, qué hay que hacer con el balón: en situaciones defensivas, en situaciones ofensivas. Todas esas cosas se trabajan acoplándonos a la idea del primer equipo.
¿Cuál es el ejemplo que toman?
La importancia no es ver a un equipo ni otro, sino el estilo de juego: tener el balón y dar espectáculo con él. Disfrutar con la pelota es lo más importante.
¿Cómo se trata a los jóvenes fuera de la cancha?
Aquí, en Cristal, ningún jugador puede jugar si no está estudiando. Se le va acostumbrando a que la educación sea lo primero y, después, el fútbol. Nosotros formamos personas.
¿Qué similitudes hay entre lo que se hace en España y lo que se está haciendo en Cristal?
El estilo de juego. Se trabaja mucho las posesiones reducidas. Hoy en día, gracias a la tecnología, todo está abierto y puedes investigar ejercicios de fuerza o resistencia, pero a través de situaciones reducidas. El tema está en saber plasmarlo a las necesidades de tu equipo. Hay mucha similitud, sí, pero lo que nos está faltando es intensidad de trabajo. Eso marca la diferencia en Europa. Llegar a ese nivel nos va a costar.
¿A qué te refieres con intensidad de trabajo?
Tienes noventa minutos de trabajo que se dividen en 20' de calentamiento y 70' principales. No hay más que pausas para beber. Los trabajos son continuos, con mucho ritmo y sin ninguna pausa. Al final, en el fútbol se juega como se entrena.
¿El sistema peruano ayuda a potenciar el trabajo de los clubes?
Todavía queda mucho que trabajar en ese aspecto. Hay equipos que ya compiten desde los seis años, pero nosotros estamos intentando que recién empiecen desde los 12 con seis de formación. Mientras más temprano se trabaje, será mucho mejor porque así ya tendrán conceptos tácticos, ofensivos o defensivos, para poder competir muy bien más adelante.
¿Se trabaja de la mano con el planteamiento que busca Daniel Ahmed en la FPF? La descentralización del fútbol me parece buena, aunque veo un desequilibrio en que a veces no se ve un buen nivel por parte de los formadores. Luego, que los equipos de primera tengan la obligación de tener cantera también me parece correcto, pues es una manera de ayudar al progreso del fútbol peruano, siempre y cuando la federación tenga una idea de juego.
¿La tiene?
De momento no la veo, pero sé que es un proceso que va a costar tiempo. Tenemos una cultura futbolística con la que hemos llegado a tres mundiales ¿Cuándo cambió? Esa es mi pregunta.
¿Los equipos deben trabajar en función de la idea que impone la selección peruana?
Cada equipo tiene que seguir el gusto que desee, pero, en sí, para los jóvenes, la FPF debe tener un estilo.
¿Es contraproducente que un joven juegue a una cosa en su equipo y a otra en su selección?
Sí, pero es que un entrenador debe convocar a la selección el perfil de jugador que se amolde a lo que quieres imponer dentro del terreno de juego. Eso es lo elemental.
Para un jugador, ¿es más trabajo o talento?
Todo está relacionado. El jugador con talento, que puede haber uno o dos en un equipo de niños de seis años, tiene que estar rodeado de un entorno que busque mejorar técnicamente. El control, el pase, la coordinación; todo eso se trabaja para poder repotenciar a un jugador.
¿Por qué algunos jugadores habilidosos no pueden dar el último paso para llegar al fútbol profesional?
Influye mucho la mentalidad y el trabajo psicológico. La ambición que debe tener. Llega aquel que es un trabajador constante, que es equilibrado psicológicamente, que tiene muchas ansias de triunfar, que es metódico, que tiene un comportamiento adecuado, pero, sobre todo, quien trabaja ¿Y por qué no llegan? Porque creen que son tan buenos que ya van a llegar, pero el fútbol no es así. El talentoso tiene que tener mucho trabajo y sacrificio para poder llegar. Con solo talento no alcanza.
¿Qué conceptos traes de tu experiencia en Catar?
Es el primer centro de formación a nivel mundial. Tiene 16 campos de césped natural de primera calidad. Cuando llegué la primera sorpresa fue la de Footbonaut que es una máquina de coordinación con la que trabajan chicos de 12 o 13 años y los hace evolucionar una enormidad. Algo que también me sorprendió fue que los entrenamientos incluían la piscina y me parecía espectacular. Tenía a los doctores, a los fisioterapeutas, a los readaptadores físicos, al segundo entrenador, al preparador físico, a los encargados del GPS, una lista de vídeo que grababa los entrenamientos y los partidos. Tenía mi scouting que era importante. Es un trabajo muy bien organizado que tiene lo último de tecnología.
¿Y el implemento tecnológico no se puede traer al Perú?
Hay que ser honestos, tenemos unas limitaciones y no podemos competir ante esas cuestiones porque son muy costosas. A pesar de no poder conseguir el Footbonaut, por ejemplo, sí te puede dar ideas para inventar un ejercicio y adaptarte a él. Pensamos que nuestra obligación como formadores es hacer pensar al jugador, pero ¿nosotros como formadores estamos pensando para ayudarlos a pensar a ellos? El entrenador tiene que ser un apasionado del fútbol.
¿A más tecnología, mejores futbolistas?
Sí. Por ejemplo, un preparador de porteros puede utilizar las cámaras y, luego, ver que tan bien le ha ido en el entrenamiento o que errores ha cometido el portero cuando ha salido a recepcionar el balón.
Una última, ¿cómo un formador reconoce que está haciendo bien su trabajo?
Por autocritica. A los seis meses te das cuenta si ha habido progresión o no. Si ves que no están evolucionando ¿Qué haces? Te preguntas ¿Por qué no avanza? ¿Estoy dando herramientas necesarias para que mejore? ¿Estoy bien? ¿Estoy mal? Esa es mi idea. Con eso me identifico.
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