Lo vi por primera vez en el verano del 2010, cuando fue presentado como el gran jale de la San Martín. Yo cubría a los ‘santos’ y conocía lo que se hablaba por esos días: llegaba a Santa Anita el entrenador de la selección paraguaya en el Mundial 2006. Sin ir muy lejos, apenas cuatro años atrás. El recuerdo estaba fresco. Y en el fútbol peruano no estábamos acostumbrados a que lleguen entrenadores (y jugadores) de renombre, así que fue todo un acontecimiento.
Eran otros tiempos. Uno podía ver los entrenamientos –y hablo de ver, no de esperar que acabe la práctica y solo esperar las conferencias de prensa– casi a diario, y había una relación muy directa y fraternal con los futbolistas. Sin el clima de la ‘U’ o Alianza, todo era bienintencionado. Si pasaba Corzo o Leao, podías detenerlo, entrevistarlo y ya.
El ‘Maño’ era muy de ‘Cuevita’. Casi que vaticinó lo que vimos ocho años después, con el ‘10’ siendo clave en la selección y partícipe directo de la clasificación a Rusia. Decía que “los mejores jugadores siempre van por el medio”, dejando en evidencia su preferencia por los enganches, hoy en peligro de extinción, y ahí Christian era su mejor carta.
O cuando decía que “en el fútbol, el producto más difícil de conseguir es el gol”, en un patente elogio a Héber Arriola, un ‘9’ que dejó huella y que formó un tridente inolvidable para los ‘santos’, junto a Germán Alemanno y Pablo Vitti.
Así recuerdo al ‘Maño’, un ‘tira frases’ muy perspicaz. Tuvo una segunda etapa en Santa Anita, y también pasó por León de Huánuco, para volver a México, un lugar que tanto quiso y que lo cobijó por última vez. Como si hubiese estado escrito.