El 28 de febrero de este año, Universitario de Deportes sumó su primer triunfo en el Torneo de Verano –venció 2-0 a Comerciantes Unidos, de visita– y la ‘12’ poco o nada habló de los autores de los goles, Alberto Quintero y Anthony Osorio. Se concentró en quien los evitó: Patrick Zubczuk.
Escribían en redes que tenía todo de su papá. La manera de caminar en el área chica, el cómo ordenaba la barrera, el mechón rubio que descansaba en su frente, el gesto con el puño arriba cuando sacaba una pelota esquinada, el mismo color de camiseta. En fin. Decían que solo le faltaba la vincha.
Lo que nadie sabía era que Patrick Zubczuk llevaba algo más de su papá Juan Carlos: el calzoncillo. “Encontré uno rojo marca Calvo encima de mi cama. Era uno que había guardado mi papá desde su época de jugador. Pero era nuevo (risas). Con ese tapé hasta ahora”, nos confesó el ‘Rusito’. No tiene muchas cábalas, pero esta es una de ellas. Las otras son entrar al campo con el pie derecho y luego hacer la señal de la cruz.
Hoy, con los años, Patrick Zubczuk entendió que para su ‘viejo’, el exguardameta de Universitario –entre 1988 y 1994– no había otra forma de decirle que lo quería: regalándole lo que para él era un amuleto (como esa ropa interior) y obligándolo a entrenar sin importar las lágrimas ni el horario. “Me trabajó mucho en la parte mental, a veces me hacía llorar en los entrenamientos. Me pedía que haga 20 ‘voladas’, hasta llegar a la mitad de la cancha”.
Y le sirvió: a los 14 años, le comunicó a su familia que no volvería a Chimbote, donde vivían. Se quería quedar en Lima –ya había pasado una prueba en la ‘U’– para cumplir su sueño: llegar a la profesional. “Estaba en cuarto de secundaria. Mi papá saltó de alegría. A mi mamá (Bertha) sí le afectó. No se lo esperaba. Al final me quedé en la casa de mi mamita Nancy (su abuela)”. El ‘1’ se mudó. Llegó a la que es hasta ahora su casa: el Monumental de Ate.
El año más difícil
Dos horas antes, Nicolás Córdova había dado la lista de titulares. Su nombre no estaba, pero algo le decía que iba a tapar ese 29 de setiembre, ante Ayacucho. Incluso, tenía puestas las canilleras. No se equivocó, a los 7 minutos expulsaron a Raúl Fernández y el ‘12’ entró. Y pese a la derrota por 4-2, el guardameta fue figura: alcanzó el mejor promedio de atajadas en un partido de toda la temporada: 13.
No soltó más el puesto. Estuvo bajo los tres palos en los 10 partidos que el equipo se jugó la permanencia. Le tocó vivir las caravanas, con carros llenos de banderas y también con los fuegos artificiales que iluminaban el cielo de Lima. Todo ese loquerío de hinchas corriendo al costado del bus. Le tocó vivir, pese a esos momentos difíciles para salvar la categoría, el cariño verdadero de los que acompañaron en las graderías.
“Solo tengo palabras de agradecimiento para el hincha. Estuvieron con nosotros en las buenas y en las malas. Decir que en esos momentos no estaba nervioso por todo lo que se jugaba, es mentira. Siempre los nervios están. Pero no me di pie a pensar en negativo. No pasaba por mi cabeza descender, sino sacar esto adelante. Y al final todo el grupo hizo un gran trabajo”, contó. Incluso, llegaron hasta la última fecha con chances de llegar a la Copa Sudamericana.
Una fuerte competencia
El recepcionista que trabaja en el edificio donde vive Patrick Zubczuk tiene algo más de 50 años y parece que conociera al ‘1’ desde que estaba en menores, desde esa época en la que nadie sabía que era el hijo de Juan Carlos. Y hoy, cuando lo mira con esa camiseta verde que está cargada de historia y que luce a la altura de los codos algunos huecos producto de las ‘guerras’ en la cancha, le pide una foto.
El guardameta, que hace una semana renovó por tres años con los cremas, lo abraza y sonríe. “Me tomo una con él antes de que se vaya a Europa”, le dice. Patrick Zubczuk vuelve a sonreír: sabe que las cosas se van a lograr poco a poco. Lo primero, a partir del inicio de la pretemporada el 3 de enero, será volver a luchar por el puesto, así el destino le haya lanzado otra competencia fuerte: José Carvallo.
“Lo conozco. Es una gran persona, un gran profesional y un gran arquero. Por algo está en la selección. Igual, trabajaré para ser titular, quiero arrancar el año así. Voy a competir por eso”, aseguró. Hoy que está de vacaciones, toca guardar la camiseta. Ya habrá tiempo para volver a usarla y poner el pecho por la ‘U’: de eso se trata la vida para un Zubczuk.