Ronaldinho no podía respirar. Tenía una botella con agua en una mano y un lapicero en la otra. No eran solo los casi 3 mil 400 metros de altura los que lo ahogaban, sino también el tumulto de gente que lo rodeaba. Jugadores o hinchas. Da lo mismo. Porque todos los que estaban en ese momento en el vestuario llevaban puesta la misma camiseta que él, pero no paraban de pedirle autógrafos.
No podía respirar, pero seguía tomándose fotos y escribiendo sobre las camisetas de Cienciano. Era el entretiempo del partido al que había entrado sin calentar con el equipo, pero a pocos les importó. Era normal: tenían a una leyenda frente a ellos. Y él, pese al cansancio, nunca dijo que no. Si Óscar Ibáñez, el entrenador, no alzaba la voz, probablemente los pedidos no hubieran parado.
"En el entretiempo entramos al camerino con él. En verdad fuimos bastantes desconsiderados porque no lo dejamos ni respirar. Estaba muerto, cansadísimo. No le dimos ni un segundo. Todo el momento estuvo tomándose fotos, firmando autógrafos", contó a Depor el delantero Ebert Portella.
"De todas maneras le afectó la altura, pero más el hecho de que nos amontonamos. El 'profe' se enojó y nos dijo que nos separemos un rato, que le demos espacio, que estaba cansado por la altura. El entretiempo se pasó rapidísimo. No compartimos mucho ni intercambiamos palabras. Ibáñez nos habló un poco, pero Ronaldinho solo atinó a escuchar lo que decía sobre el partido", nos dijo el defensa Pedro Diez Canseco.
Fueron 15 minutos los que los jugadores de Cienciano compartieron con 'Dinho', aparte del tiempo que jugaron junto a él. No hubo más. Ni antes ni después. "Él se cambió en su hotel y llegó de frente. Nosotros bajamos del camerino por la tribuna oriente y él llegó por occidente. No salió a calentar, llegó justo para el partido, pero no me parece para nada creído. Él dentro de la cancha y en el camerino siempre fue amable, recontra bacán", aseguró Portella.
Entonces, ¿por qué no le dieron más pases en la cancha? Según el '9' del 'Papá', no se podía abusar DE Ronaldinho. "Él ahora no corre y peor con la altura. La idea era dársela cuando tenga espacio y tiempo para pensar. Igual es un genio. O sea, probablemente así se la dieras mal, te sacaba algo, pero la idea no era comprometerlo, por así decirlo".
Diez Canseco, por su parte, considera que lo hecho en la cancha por parte del '10' saldó con creces lo esperado. "Los pases contaditos que dio fueron más que suficientes para mostrar la calidad que tiene. Nunca me imaginé que estando en Cienciano, en Segunda, Ronaldinho vendría a apoyarnos", dijo.
Ya no tenía veintitantos. Los 36 años se notaban en el trote y en el peso. Ni siquiera su sonrisa era igual. Pero, seamos sinceros, no importó. Al menos a quienes compartieron unos minutos en la misma cancha que él no les interesó. Ronaldinho sigue siendo Ronaldinho. El crack. El jugador que tuvo el Bernabéu a sus pies. La magia del fútbol. Y ellos podrán decir toda su vida que jugaron a su lado. Que recibieron un pase suyo. Y eso basta.