Tras una larga espera, ayer se presentó el nuevo formato del torneo de fútbol de Primera División. A diferencia de años anteriores, cuando la organización recaía en los clubes, agrupados en la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional, este año el campeonato lo hace la Federación y todos esperábamos contar con una liga que supere a los sucesivos mamarrachos que hemos debido soportar en los últimos años.
Entendíamos que el cambio de posta de la ADFP a la FPF –un ente supuestamente más formal y con mayores recursos– ayudaría a elevar el nivel de la liga. No contábamos con la crisis de la FPF, que en los últimos meses comenzó a dar señales contradictorias a los objetivos trazados; como elevar el número de participantes, una medida quizá popular al interior de la asamblea de la FPF, pero perjudicial para la competitividad del torneo, ya que si con 16 equipos siempre teníamos clubes con deudas y planteles impagos, es previsible que con 18 participantes el problema solo tienda a empeorar.
El formato de campeonato –la Liga 1– que se presentó ayer no trae grandes cambios a lo realizado por la ADFP en el pasado. Aquí creemos que hemos perdido una magnífica oportunidad para implementar reformas que realmente hagan la diferencia. Como renovar el sistema de ascensos, para que los ganadores de la Copa Perú accedan a la segunda profesional, en vez de subir directamente a primera, a donde suelen llegar sin estar preparados. O cambiar el calendario de la competición, tan perjudicial a los equipos peruanos que compiten en las Copas de la Conmebol, donde siempre debutan cuando apenas han salido de la pretemporada. Y tantas cosas más.
Es una lástima, pero como de costumbre, parece que para otra vez será.