Resulta inquietante lo que nos espera en los próximos días. El incremento de casos por coronavirus en nuestro país y en el resto del planeta obligan a tomar precauciones. Mantenernos a salvo no es cosa de juego.
El deporte mundial sufre y sufrimos todos porque se agotan las opciones para disfrutar -en vivo y en directo o por TV- de eventos deportivos. Claro está, toca entender que la decisión de paralizar el calendario es acertada. Cuanto menor sea el riesgo de contagio, mayor será el control que tengamos sobre la pandemia.
Y así como muchos de nosotros en casa, en nuestro torneo hay quienes también respiran aliviados bajo el confort del aislamiento obligatorio. En Cristal, por ejemplo, Mosquera adquirió, sin querer, más tiempo para contagiar a su equipo de voluntad y esfuerzo para levantar cabeza.
Deza ha de ser otro que sonríe hacia adentro. Sobreexpuesto por los ‘ampays’ que han terminado por deteriorar su salud deportiva, el todavía jugador de Alianza Lima compite cada vez menos en “lo más buscado” en Google, gracias al coronavirus.
Ni qué decir de Reimond y compañía tras la despiadada tanda que les propinó River. Más aún por el atacante, puesto en ridículo por intercambiar camisetas tras el 8-0.
Queda también en cuarentena absoluta la que parecía una desatada racha de malos resultados en tienda íntima.
Tiempo para repensar, evaluar y evitar una crisis aún más profunda. Más allá de la ironía, lo que cuenta es actuar con responsabilidad ante un evento sin precedentes como este. Todos juntos debemos ganar este partido.