Los jóvenes de Gareca: una apuesta valiente dentro de todo lo malo

[Opinión] Penúltimo en la tabla, muy lejos de clasificar al Mundial y sin referentes, el entrenador argentino optó, por decisión propia, jugársela por los más jóvenes, los que entiende tienen el verdadero compromiso con la Selección

Hace cinco años el periodista argentino Martín Caparrós publicó un perfil de Martín Palermo. El además novelista contaba en este la historia de cómo un "tronco" (así le llaman en Argentina a los jugadores limitados) se convertía en goleador histórico de Boca Juniors a punta de decisión y compromiso. "Martín Palermo, el mejor tronco del mundo", era el título del artículo publicado en la revista Soho. Lo curioso del texto era que el primer párrafo estaba lleno de faltas ortográficas: "No es tan fásil escribr de fulbol. Laverdá, para mí no es tan fásil escriví de nada. Pero yo hintento, hintento, le soi un ortimista de las escritura".

Palermo, ni tan bueno ni tan malo, llegó a ser goleador de uno de los clubes más representativos de la Argentina siendo "limitado", y el periodista, en su afán de comparar la carrera del futbolista con el desarrollo del artículo, fue mejorando en cada línea y dejó una moraleja: "Si uno es Messi y es goleador, no hay ninguna gracia. Pero si uno se tropieza con el balón, se enreda con él y hasta cobra un penal con los dos pies por física torpeza, y también se convierte en goleador, la cosa cambia".

Todo esto bien se puede adherir a la que dirige otro argentino, el 'Tigre' Ricardo Gareca.

Quienes aseguran que Perú no irá al Mundial, probablemente tengan razón. Los resultados no se dieron y el compromiso del equipo se fue desgastando en las primeras jornadas de las Eliminatorias, y consigo la idea de juego, en el plano estrictamente futbolístico. Gareca confió en algunos futbolistas que militan en el extranjero para tentar la clasificación debido a que obtuvo un resultado positivo en la Copa América 2015. Fue tercero y la imagen del equipo fue satisfactoria. Ha pasado más de un año y esa selección no vive más. De hecho, el técnico no ha podido, a la fecha, consolidar un grupo. Como consecuencia, los resultados son calamitosos: siete puntos en ocho partidos disputados. El equipo se ubica en el noveno lugar (de diez), por encima de Venezuela, que tiene dos puntos. Para obtener un cupo al Mundial de Rusia 2018, se tendría que sumar, por lo menos, y teniendo en cuenta los procesos anteriores de clasificación, 20 de los 30 puntos que quedan en juego. ¿Difícil, no? Un dato más: veinte puntos para tentar el repechaje; es decir, el quinto lugar.

Sin embargo, hubo un quiebre que trajo consigo un cambio. Uno para bien. Uno para rescatar y valorar. Un cambio que supone algo bueno dentro de lo malo, que es ser penúltimos y estar bastante lejos de pensar en la clasificación.

Gareca es el impulsor de ese cambio. Y se la está jugando, aun sin desconocer que la jerarquía individual en el fútbol es importante y, en la mayoría de casos, gana partidos. El argentino apuesta por un plantel renovado, joven, quizás uno de los menores de todas las Eliminatorias. Luego de haberse hecho rehén de la idea de colocar a los jugadores de mayor jerarquía, con obvias razones, de haber utilizado jugadores que no pasaban por su mejor momento bajo la lógica de que "esta clase de partidos los deben jugar los grandes", y de asegurar que todo "tiene un límite", los jugadores como Pizarro, Farfán, Zambrano, Vargas y Advíncula fueron borrados de manera tácita. Apostó por ellos incondicionalmente, inclusive viajó a Europa por segunda vez para tratar de comprometer a algunos de dar el 100%; no obstante, no solo le fue mal en resultados, sino que no tuvo la respuesta que esperaba con respecto al compromiso. Entonces decidió no llamarlos más y confiar únicamente en quienes realmente maten por la Selección, priorizando la salud del grupo.

Los números de Gareca, Markarián y Del Solar, los últimos tres técnicos de la selección, son similares luego de ocho partidos disputados en las Eliminatorias, algo que deja en evidencia que la cosa no ha cambiado mucho, que no es un problema solo del entrenador ni del fixture (para este proceso de clasificación se cambió), sino de un trabajo sostenido en divisiones menores. Pero ese es otro tema.

Hoy la Selección no tiene a un técnico obsesivo por los detalles, por el análisis del rival según la expresión de su juego ni congruente con lo que piensa y afirma en cada conferencia de prensa (Ricardo, por ejemplo, explica que Farfán y compañía no tienen continuidad y por eso no los llama; no obstante, convoca a Tapia y Benavente que tampoco la tienen, entonces no es un tema creíble, sino, más bien, una manera tácita de decir que no los quiere porque no están comprometidos). No tenemos a Bielsa ni a Guardiola, que piensan las 24 horas del día en cómo ganar, pero sí tenemos a un Gareca que, por decisión propia, y secundado por Néstor Bonillo (preparador físico) y Juan Carlos Oblitas (director deportivo), fue capaz de poner alto a la enfermedad. "Yo necesito el 100% de compromiso, no el 80 o 90", sostuvo a Depor antes de la Copa América Centenario. Y, hasta ahora, nunca más volvieron Farfán, Zambrano y compañía.

Ojo, Chemo también tuvo cojones para no volver a convocar futbolistas en su momento, pero lo hizo tras un escándalo mediático (horas después del 1-1 con Brasil, Pizarro, Mendoza, Farfán y Acasiete protagonizaron una juerga en el Hotel Golf Los Incas). Fue una obligación para demostrar su convicción o lealtad con el pueblo peruano. Años más tarde, todos fueron perdonados por Sergio Markarián. "Son historias nuevas", explicó el uruguayo. El mal llamado 'Mago', de hecho, fue el único que perdonó: primero castigó a Farfán, luego lo volvió a convocar. ¿El resultado? Otro fracaso.

Tenemos, en definitiva, una selección "tronco", incapaz, por el momento, de mantener una regularidad en el juego o ser competitiva durante 90 minutos, pero capaz de ganar un partido con actitud, corazón y garra, como ante Ecuador. Con jugadores jóvenes, con poca experiencia internacional, pero con las enormes ganas de representar a un país dolido de triunfos. Tenemos un equipo que se equivoca en las transiciones, en la distribución de las marcas, que juega al pelotazo por muchos momentos en busca de su delantero estrella (Paolo Guerrero), que sufre de cara a la definición de las situaciones creadas y se abre en la barrera para dejar pasar un tiro libre que nos cuesta un partido, un equipo que muchas veces se tropieza y se enreda con el balón, pero con tesón y entrega. Tenemos un Martín Palermo. Tenemos un tronco torcido que se endereza en base al amor propio para lograr resultados que parecen imposibles. Que no alcance solo con el corazón y que necesitamos jugar cada vez mejor, es cierto. El corazón no te lleva al Mundial, sí, pero al menos cambia la imagen tan deteriorada del compromiso de nuestros jugadores por vestir la blanquirroja. Y si es con jóvenes, pensando en el futuro del equipo, mejor.

Nos toca saldar la deuda futbolística y convertir las diez fechas restantes en la consolidación de la idea de juego que intenta proponer Gareca. Nos toca empezar a meter los goles que hicieron de Palermo un ídolo. ¿Si deben volver los demás jugadores? Esas hojas ya están secas. Marchitas. Dejemos que se las lleve el viento. Enderecemos el tronco desde la raíz.

MÁS SOBRE LA SELECCIÓN PERUANA

Tags Relacionados:

Te puede interesar:

Paolo Guerrero: ¿Por qué fue intrascendente en el duelo contra Brasil?

La solución que no podrá encontrar Ricardo Gareca en estas Eliminatorias

Selección Peruana: cinco conclusiones tras el partido frente a Brasil

UNOxUNO: el análisis individual de la selección peruana frente a Brasil

Selección Peruana: ¿Cuántos puntos necesita para clasificar al Mundial?

Paolo Guerrero sobre chances de Perú: "creemos que todavía estamos vivos"

Alberto Rodríguez: "Salimos a proponer, pero los goles fueron un infortunio"