En el primer tiempo, Raúl Ruidíaz fue asfixiado por la defensa de Estados Unidos. El delantero de la Selección Peruana poco pudo hacer para desprenderse de la marca rival. Eso lo obligó a alejarse de su hábitat, para buscar sociedades con Paolo Hurtado, Andy Polo y, por momentos, con Edison Flores.
Consecuentemente, Raúl Ruidíaz liberó su tensión cuando fue encontrando los espacios, producto del agotamiento de la defensa norteamericana. Controló más el balón, pero no se atrevió a encarar. Evidentemente, careció de confianza.
Y ya para el segundo tiempo, desapareció…
Más allá de lo que pueda hacer a nivel individual, la intrascendencia de Ruidíaz tiene una lectura clara: no se siente cómodo en el planteamiento de Ricardo Gareca, que busca el protagonismo desde la posesión. Precisamente, ese es el problema.
Me explico, Ruidíaz es un delantero que brilla cuando desequilibra en los últimos 15 metros. Y para que lo logre necesita dos cosas: encontrar espacios largos; b) encarar a una defensa muy adelantada, para así convertirse en un delantero influyente.
La posesión de Perú afecta directamente a un goleador como Ruidíaz, que también tiene sentido de ubicación para ganar los rebotes. Es carroñero. Pero no siempre se amanece con el pie derecho.