"Bianchi decía que el que no cambia es un estúpido. Uno debe cambiar si ve algo mal y yo lo tuve que hacer", confiesa Ricardo Gareca al recordar el momento en el que tuvo que ordenar la concentración rígida de los jugadores de la Selección Peruana cada que eran llamados para disputar las Eliminatorias. El tiempo le dio la razón y la bicolor hoy está en el Mundial.
"Particularmente a mi no me gusta concentrar -dijo el 'Tigre'- creo que si jugamos sábado en la noche, con presentarnos al mediodía, basta. Pero cuando llegué al Perú entendí que 72 o 48 horas antes del partido servían. Pero me hablaba el taxista, el empresario el dirigente. Todos me pedían que los concentre".
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Luego agregó: "Pero vi muchos inconvenientes. Se hablaba menos de fútbol y más de otros temas, hasta que tuve que cambiar y los jugadores llegaban y concentraban. Desde que tomé esa decisión yo también cambié y me pasaba más tiempo en el hotel con el equipo, pero desde que tomé esa decisión le dimo para delante y se fue calmando todo".
Ricardo Gareca recordó que el futbolista peruano, al estar tan lejos de la familia y los amigos, aprovecha cada convocatoria para acercarse a ello y eso permitía que "el espectáculo, la farándula se apoderen del fútbol. Afortunadamente a mi no se me presentó ningún problema de indisciplina, pero sí tuve que hacerles entender que no hay nada más importante que defender a tu país".
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Y así fue como es que la Selección Peruana llegó a concetrar a todos los juagdores apenas bajaban del avión. Incluso, hubo un momento muy claro al respeto: el regreso de Jefferson Farfán a la bicolor, cuando salió escoltado del aeropuerto y fue trasladado directamente al hotel. El compromiso se vio reflejado en estos pequeños detalles.
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