No es un boxeador ni peleador de artes marciales, pero José Guillermo del Solar suelta las verdades como puños en la cara. Por más frío que suene y con esa franqueza que duele, el técnico de la Selección Peruana Sub-23 fue claro cuando dijo que había asumido esa responsabilidad de manera circunstancial. Mientras desnudó las eternas deficiencias del fútbol formativo peruano, puso las cartas sobre la mesa y advirtió incluso antes del Preolímpico que no podía tapar el sol con un dedo. La victoria por 1-0 sobre Chile demuestra que su bicolor iba a competir, pero no a cambiar la historia ni hacer olvidar décadas de fracasos constantes en las categorías menores. Él se vio obligado a asumir un rol para el que no fue contratado, como si fuese un accidente imposible de evitar.