Empezar un nuevo proceso en la selección peruana con dos victorias consecutivas sirve para recuperar la alegría y devolver la confianza a quienes perdieron la fe. La bicolor cerró sus amistosos de marzo con una goleada por 4-1 sobre República Dominicana, un resultado que le permite a Jorge Fossati preparar el camino que va a recorrer de ahora en adelante, pensando en la Copa América 2024 y las Eliminatorias al Mundial 2026. La diferencia de goles fue abultada, pero tiene mucho que ver con lo que se dio en la cancha: la bicolor fue superior frente a un rival que pecó de inocente en el primer tiempo y mostró deficiencias defensivas. Y, más allá de que no pareció un gran partido, el mérito fue saber aprovechar las situaciones del juego para capitalizar una victoria totalmente justa.
Bajo esa premisa, ganar siempre viene bien, sobre todo cuando el proceso acaba de iniciar y era necesario reengancharse con el hincha. El cariño no se negocia, se gana en la cancha, y lo que quiere Fossati es recuperar esa conexión con la gente. Aliviar el alma en un momento así sirve para mirar el panorama de manera optimista. Es un comienzo distinto, quizá auspicioso, pero la cuota de realidad equilibra el entusiasmo. Si alcanza para ilusionarse o no, ya dependerá desde qué perspectiva se mire la situación. Pero vamos al partido.
Sacar provecho del error
Decir la verdad no cuesta nada. República Dominicana fue un rival que exigió desde lo físico, pero no desde lo futbolístico. Basta con ver la cantidad de errores defensivos que cometió y no supo resolver sobre la marcha. El arquero Noam Baumann fue el principal protagonista de esa pesadilla, porque tuvo responsabilidad directa en los dos primeros goles de la bicolor. Podría concluirse que el rival ofreció facilidades atrás; no obstante, también es mérito de Perú saber capitalizar esas situaciones. Aprovechar el error es una forma de imponerse en el partido, un recurso válido que es necesario colocarlo a nuestro favor.
Los goles de Sergio Peña y Jesús Castillo sirvieron para abrir el partido y encontrar mayores espacios. El volante del Malmö fue astuto al ejecutar su tiro libre al primer palo, buscando a un compañero o el fallo del rival. Y consiguió lo primero, siempre en complicidad con el arquero. Por su parte, el jugador del Gil Vicente también hizo gala de su buena pegada, tras rematar desde el borde del área y estirar la ventaja en el segundo gol. De ahí en adelante, Perú pudo manejar mejor el desarrollo del juego, fue más propositivo y consiguió dos goles adicionales por cuenta propia; es decir, con elaboración.
Solo chispazos de fútbol
A pesar del resultado, quedó la sensación de que el juego de Perú no fue el ideal. Fossati planteó el partido con la misma idea del compromiso anterior ante Nicaragua, y si bien la bicolor tomó el protagonismo de las acciones, solo tuvo chispazos de buen fútbol. Sergio Peña y Piero Quispe fueron los encargados de darle movilidad y funcionamiento al juego de la selección, buscando sociedades dentro del campo y conectando con Bryan Reyna y Edison Flores, quienes fungían de centrodelanteros improvisados. Lo que salió no convenció a todos, porque faltó asociación e inventiva. Costó filtrar pases para llegar a campo contrario con dos o tres toques en profundidad.
En el complemento, entraron Wilder Cartagena y Martín Távara para darle frescura a ese mediocampo, pero igual dio la impresión de que hace falta un creador. Lo mejor de Perú en los 90′ fueron las jugadas previas para los dos últimos goles. En el tanto de Quispe llegó por una genial conexión entre el volante del Pumas UNAM y ‘Orejas’ Flores, quienes triangularon cerca del área para que ‘Pierito’ amague a su rival y definiera sin inconvenientes. Esa sociedad es un indicio de que puede funcionar en adelante: ambos se conocen de Universitario y entienden los movimientos a realizar. Y en el cuarto gol, al ‘Tunche’ Rivera le cometen la falta en el áre que desencadenó en el penal y gol de Paolo Guerrero. Esa acción también vino de una elaboración propia, algo que Fossati debe mejorar.
Hubo efectividad
En el partido, Perú remató cuatro veces directamente al arco y los cuatro disparos terminaron en gol. Esa efectividad en el partido, más allá del desarrollo del juego, es un indicador que lo que se está haciendo bien, porque veníamos de un proceso en el que nos costaba encontrar el arco rival. Con Juan Reynoso, era difícil para la bicolor aproximarse al pórtico rival; pero Fossati ha cambiado esa debilidad en fortaleza y se vio durante el partido contra los dominicanos.
La efectividad debe convertirse en una cualidad sostenida en el tiempo, porque enfrentaremos a rivales de mayor peso y dificultad en la Copa América 2024 y las Eliminatorias Sudamericanas. Se mejoró respecto al partido contra Nicaragua, donde rematamos en seis ocasiones a puerta y solo conseguimos dos goles, pero el techo todavía es enorme. Hay que tener en cuenta que el rival no fue exigente desde lo futbolístico, y hace falta medirnos con selecciones más fuertes para saber realmente en qué nivel estamos. Este es el comienzo y el objetivo se cumplió: seis goles en dos partidos es una muestra de que algo se está haciendo bien.
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