Universitario de Deportes: ¿qué hay detrás del grito de gol de Federico Alonso?

A un día del duelo con Cerro Porteño, por Copa Libertadores, Federico Alonso sueña con anotar otra vez el tanto de la clasificación. La 'U', Deborah, Luka, Luana y don Juan están listos para abrazarlo.
Federico Alonso llegó de Cerro de Uruguay. (Foto: Universitario de Deportes)

El martes 28 de enero, minutos después de que Universitario eliminó a Carabobo en la fase 1 de Copa Libertadores, la cuenta @Libertadores subió un video de 21 segundos con la celebración del tanto de Federico Alonso y con la siguiente descripción:

¿Cómo se grita un gol de @Universitario en la #Libertadores?

Así, Alonso, ¿no? Solo esta publicación tuvo 4,200 me gusta.

¿Qué escondía esa garganta que parecía expulsar desde las tripas algo más que ese eco conmovedor de todo el Monumental? Aquí la respuesta y parte de la vida de Federico Alonso, un zaguero que encontró en el apodo la mejor advertencia para sus rivales: “Me dicen ‘Caballo’ porque pego mucha patada”. Que mañana contra Cerro Porteño cambie los chimpunes por herraduras.

El día que don Juan se vistió de crema

Federico Alonso fue el último refuerzo extranjero en ser oficializado por Universitario y llegó la mañana del 1 de enero a nuestro país: a las afueras del aeropuerto Jorge Chávez, a pedido de los colegas que así cumplían la hazaña de la primera comisión del año en una ciudad que aún dormía, se puso la camiseta que iba a defender. Y repitió en más de una oportunidad las palabras “contento” y “lindo desafío”. Lo que en verdad quiso decir –o gritar, en este caso– recién lo hizo 27 días después, en el 1-0 contra el cuadro venezolano.

Al otro lado de la línea hay un silencio de 30 segundos. Pide disculpas... y se repone. Toma aire, quizá como aquella noche en Ate, y dice: “Yo sé que él la empujó con Carabobo”. Él es don Juan, el abuelo que lo acompañaba desde el baby-fútbol (categoría en Uruguay desde los seis hasta los 13 años) y que una vez le recomendó que deje de jugar de ‘5’ o volante por derecha porque él sentía que le iba a ir mejor de zaguero. Él es don Juan, el abuelo que falleció un día antes de que Federico llegue a Lima, pero que se puso la '4′ de su nieto en Copa Libertadores.

¿Cómo se forjó la garra de Federico?

En el primer turno del día, Alonso entrenaba con River Plate en el estadio Parque Federico Omar Saroldi. Pero la vida se la ganaba en las tardes, entre las avenidas Italia y Bolivia, de Montevideo. Tenía una cuerda de cuatro metros que la extendía entre dos postes: “Vendía chalecos reflectores que era obligatorio usar para las personas que andaban en moto”. No la pasaba bien aquel 2012: Luka, su primer hijo con Deborah (a quien conoció desde los 15 años), estaba en camino y la mensualidad no alcanzaba: “Ella me decía no dejes el fútbol, de alguna manera nos vamos a arreglar”. Deborah no se equivocó.

Tres años después, luego de lograr el ascenso con Aucas a la Primera de Ecuador y ya con la camiseta de Fuerza Amarilla, el destino le puso otro reto. Tenía listo los permisos para partir a Uruguay en la semana 36 del segundo embarazo de Deborah. Sin embargo, Luana se hizo esperar. Federico tuvo que regresar a su club porque tenía un partido contra O’Higgins de Chile, por Copa Sudamericana.

Conoció a Luana por Skype. La recomendación de los médicos era que Deborah viaje recién después de 41 días. “No soy el único futbolista que ha pasado por estas cosas. Pero digo que siempre hay que luchar. Uno lucha por estas cosas”.

En cada balón dividido están los rostros de Deborah, Luka y Luana, y aquellas tardes entre las avenidas Italia y Bolivia.

“Tengo que romperme el alma porque esta oportunidad vale oro”, dice ahora. Desde siempre lo hiciste, Federico. Desde siempre.

Federico junto a su esposa Deborah y sus pequeños Luka y Luana. (Foto: Archivo)

La noche en que nació una cábala

Cuentan que en la concentración de Aucas de Ecuador, en el estadio Gonzalo Pozo Ripalda, había una maldición: jugador que dormía en la cama que estaba junto a la ventana de la última habitación, siempre era expulsado o sufría alguna lesión. Cuando Federico Alonso llegó en el 2014 no le tomó importancia y ocupó ese lugar. Al día siguiente debutó contra Delfín y miró la roja: “Ni bien cumplí mi sanción, fui a la habitación, agarré el colchón y lo tiré al suelo”. Dicen que Juan Ramón Silva, técnico uruguayo del ‘Ídolo de Quito’, cuando fue a recorrer en la noche la concentración y miró al defensor en el suelo, comenzó a reírse. Ya pasaron seis años desde aquel episodio y hasta ahora en el estadio Gonzalo Pozo Ripalda hablan del ‘caso Alonso’: al día siguiente –cosa curiosa, también frente a Delfín– anotó.

En Campo Mar pocos –es probable que nadie– conocen lo que vivió ‘Caballo’ en Aucas. Pero lo que sí saben es que en el bus que los traslada al hotel donde concentran, al Monumental o a donde les toque jugar, el uruguayo siempre busca el asiento número 17. Es el día de cumpleaños de su esposa Deborah.

Que este noche duerma en el suelo y que sueñe con las tardes de garra entre las avenidas Italia y Bolivia, y que mañana don Juan, Deborah, Luka y Luana lo abracen más fuerte que nunca. Federico no estará solo. Y la 'U', a lo lejos, tampoco.

Federico junto a su abuelo don Juan y su esposa Deborah. (Foto: archivo).


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