Como todos sabemos, John Travolta es una de las estrellas más queridas de la industria audiovisual. Sin embargo, lamentablemente, no se escapó de experimentar algunas terribles desgracias personales. ¿Quieres conocer cada una de las tragedias que lo marcaron? Presta atención a las siguientes líneas.
Vale precisar que la carrera de Travolta se consolidó gracias a dos películas emblemáticas de los años 70′s: “Saturday Night Fever” (1977) y “Grease” (1978), donde demostró todo su talento en la interpretación y la danza.
Por si fuera poco, también es una de las figuras emblemáticas de clásicos como “Look Who’s Talking” (1989), “Pulp Fiction” (1994), “Face / Off” (1997) y “The Thin Red Line” (1998).
La primera tragedia que marcó a John Travolta aconteció en 1977, cuando su novia Diana Hyland falleció en sus brazos, víctima de un agresivo cáncer de mama.
Ambos se habían conocido el año anterior, durante el rodaje de la película “El chico de la burbuja de plástico” y, pese a que la actriz era 18 años mayor que él, la relación se había hecho bastante seria... al punto de que John quería al hijo de Diana como si fuera propio.
Tras un largo duelo, Travolta tomó la decisión de construir una familia al lado de la también actriz Kelly Preston, con quien tuvo dos hijos: Jett y Ella.
No obstante, en el 2009, la tragedia volvió a la vida del intérprete, ya que su primogénito de 16 años -quien padecía de autismo y la enfermedad de Kawasaki- tuvo un ataque de epilepsia y murió tras un severo golpe en la cabeza.
Luego de esta dura pérdida, la familia Travolta Preston vivió momentos de incertidumbre, pero se recompuso cuando nació Benjamin, el tercer hijo del matrimonio.
Por desgracia, el cáncer golpeó nuevamente al entorno del actor y, en el 2020, acabó con su esposa Kelly Preston, quien partió a la eternidad a los 57 años de vida.
Finalmente, una amiga cercana de Travolta falleció a consecuencia de otro cáncer mortal. Esta no es otra que la talentosa Olivia Newton-John, su compañera de reparto en “Grease”, quien murió en el 2022.
Cabe resaltar que, al experimentar estas pérdidas, el histrión se refugió en sus creencias religiosas, su afición a volar, su carrera profesional y, por supuesto, en ayudar a los más necesitados con la fundación que tiene a su nombre. Al parecer, es una forma de retribuir el cariño que les tuvo a los seres queridos que partieron.
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