Había que cambiar. En Argentina lo pedían a gritos. Aunque el talento no estaba en discusión y la pelota intentaba no mancharse –famosa frase de Diego Armando Maradona–, la generación que fue campeona mundial Sub 20 en 2005 ya estaba envenenada de tanta crítica destructiva. Tres finales perdidas de forma consecutiva (2014 a 2016) hicieron que la afición no perdone a nadie, y tras el fracaso de Jorge Sampaoli en el último Mundial, era momento de pasar la página.
El encargado de darle vuelta a la tuerca fue un exasistente del ahora técnico del Santos. Mientras todo el cuerpo técnico se iba de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA), Lionel Scaloni se quedaba bajo la etiqueta de entrenador interino, mientras los dirigientes buscaban una nueva cabeza.
Pero una serie de victorias (cinco de seis, interrumpidas solo por una caída ante Brasil en el último minuto, en un amistoso), hizo que 'Chiqui' Tapia y los 'pesos pesados' de la AFA confiaron en él para la Copa América. No solo Argentina mostraba una mejoría en el juego: también nuevas caras, sin varios de los 'históricos', quienes parecían tener un lugar por nombre y no por nivel.
En aquellos amistosos ni siquiera jugó Lionel Messi –quien decidió tomarse un break– y la base se sustentaba en nombres como Nicolás Tagliafico, Giovanni Lo Celso o Leandro Paredes. En la nueva generación, por llamarlo de alguna manera, no había un crack de talla mundial como el ‘Kun’ Agüero, Gonzalo Higuaín o Javier Mascherano, pero sí mucha ilusión de un grupo que, por fin, encontraba su lugar en la ‘albiceleste’.
Sin embargo, aun dentro de esta nueva camada sin megaestrellas, siempre hay lugar para un diferente. Éste llegó un mes después, en la segunda lista de Scaloni. Aunque en el Inter de Milán no era lo mismo que había sido en Racing Club, su categoría estaba fuera de discusión. En su primer partido de la nueva era, ante Irak, Lautaro Martínez abrió la cuenta para lo que sería la goleada 4-0 de la Selección Argentina sobre los asiáticos.
El ‘9’ ingresó al universo de Scaloni y no salió más. Durante los amistosos, así como Messi, tampoco estuvieron Agüero ni Di María, así que el 'Toro' tuvo oportunidad de mostrar su nivel y entrar a la lista de 23 seleccionados para la Copa América. Esto a pesar de la vuelta de los tres históricos en el ataque 'albiceleste', además de Nicolás Otamendi.
Esos 4 fueron los únicos que Scaloni rescató de la 'vieja guardia'. El resto de convocados salió de lo mejorcito que había visto el DT durante su pretemporada de amistosos. Y en una demostración de no comprometerse con nadie, entre esos 19 restantes apareció Lautaro Martínez y no Mauro Icardi, compañero suyo en el Inter y '9' titular en su club, aunque castigado durante varias fechas por indisciplinas. Y como ese, otros casos más.
La mezcla, entonces, estaba confirmada. Había que encontrar química entre los históricos y los 'nuevos'. Iba a costar, obvio. El primer partido Argentina lo perdió ante Colombia, con Messi y Agüero como delanteros. En el segundo, ante Paraguay, Scaloni fue consecuente con su 'pretemporada' de amistosos y metió a quien juzgó que pudo ser una solución, Lautaro Martínez, en desmedro de un 'fijo', Sergio Agüero, provocando el susto en toda la nación 'che'.
Tras un primer tiempo para el olvido, el DT hizo que el 'Toro' y el 'Kun' jueguen juntos por casi 25 minutos, lo que precisamente terminó siendo la mejor versión de la 'albiceleste' en lo que va de la Copa América. Los 'ches' empataron el partido, pero a los 67' se acabó la magia: Scaloni sacó a Martínez de la cancha para meter a Di María y llevar el juego a las bandas, sin resultado.
Por eso, ante Qatar se confirmó lo que parecía irrevocable. Martínez tenía que jugar, pero Agüero también. Con dos hombres de ataque había más opciones de generar peligro y las pruebas podían llegar a su fin. Así fue, en los dos últimos partidos la ‘albiceleste’ mejoró gracias a la buena química entre los tres hombres de arriba y al compromiso de los volantes. Lautaro anotó ante los asiáticos y luego frente a Venezuela en cuartos, y el ‘Kun’ también lo hizo en la última fecha de fase de grupos.
Con 21 años, Lautaro Martínez empieza a ser el rostro principal de la nueva generación. Ganándose, a pulso, un lugar en el once, el letal delantero vuelve a retomar la confianza que ganó en el Cilindro de Avellaneda con el ‘Chacho’ Coudet como entrenador, y en la segunda parte de su temporada en Italia, traducida en la creación de situaciones de gol a partir de la potencia física, recursos ilimitados como la solución del taco con el que abrió la cuenta en cuartos y velocidad para aprovechar los espacios a la espalda de la defensa rival. Se volvió indispensable.
De menos a más, Lautaro Martínez no solo había alzado su nivel por encima de los De Paul, Paredes, Foyth o Tagliafico (de muy buenos rendimientos también), sino que parece ser el nexo perfecto que tanto busca el entrenador para conectar a dos generaciones: la que pierde finales (Messi y compañía) con la que se pone la 'albiceleste' con la carga de acabar con la sequía de 26 años sin títulos.
A puerta de un clásico ante Brasil por las semifinales de la Copa América, su puesto no parece estar en discusión. Los silbidos (y críticas en medios y redes sociales) hacia el entrenador cada vez que sale el exjugador de Racing parecen terminar de confirmar que en sus goles y personalidad está el futuro de un equipo que le debe mucho a Messi y compañía, pero que por fin podría gritar, no sin el invaluable aporte del 'Laucha'.
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