Las oportunidades hay que tomarlas porque, a veces, el tren solo pasa una vez. Everton, que ahora brilla en la selección brasileña, lo entendió de esa manera después de haber crecido en Maracanáu, una localidad pobre de Fortaleza, al nordeste de Brasil. A pesar de las adversidades fue ahí donde empezó a patear un balón y ser ojeado por uno que otro club para ir creciendo en el mundo del fútbol.
Después de haber pasado, y demostrado su talento, en el equipo de su ciudad, fue el Sao Bernardo –de una ciudad gigantesca como es Sao Paulo–, quien lo terminó impulsando para dar el primer paso. Con 14 años; sin embargo, el delantero no se sintió cómodo lejos de casa y el primer bache de su camino hacia el profesionalismo había llegado.
Pero cuando uno tiene talento, el fútbol se encarga de ponerte en el lugar adecuado. Fue en la región de Fortaleza donde empezó a encontrar su lugar en el mundo. Obvio, ahí es donde había crecido y ahí era donde tenía que hacerse grande en el deporte rey. El equipo de dicha ciudad –que lleva el mismo nombre¬– no dudó en llamarlo para ser parte de las categorías inferiores y el camino hacia vestir la ‘verdeamarelha’ había empezado.
“Yo tenía un sueño que le digo a mis personas más próximas, que era convertirme en jugador profesional en el Fortaleza, pero jamás me imaginé que llegaría a la selección”, confesó años después a la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol). Pero antes de ser llamado por Tité para disputar la Copa América hubo unos cuantos peldaños que tuvo que subir el ahora extremo de 23 años.
Vestirse de Tricolor
A veces hay situaciones que están destinadas a suceder. Cuando todavía era un niño convirtiéndose en adolescente, fue una exestrella de Gremio quien le dio la confianza para convertirse en el goleador de las divisiones inferiores del Fortaleza. Y fue precisamente el equipo donde brilló su entrenador quien le puso la mira para llevarlo a Porto Alegre.
En Gremio su carrera se relanzó hacia el éxito, pero también marcó un antes y después en cuanto a su nombre. Desde el primer día en el vestuario del primer equipo, él ya no sería Everton sino ‘Cebolinha’. Pará, lateral derecho de aquel equipo, lo vio llegar con los pelos de punta y decidió apodarlo de dicha manera por un característico personaje del cómic brasileño ‘Mónica y sus amigos’. Aunque no se lo tomó de la mejor manera, la joven estrella terminaría aceptándolo y hoy, si pasas por el Arena do Gremio, es inevitable recordar al icónico personaje.
En la cancha, y de la mano de Renato Gaúcho, ‘Cebolinha’ empezó a ganarse el respeto de la torcida tricolor. En la Copa Libertadores del 2017, donde fueron campeones, el extremo era una opción fija desde la banca de suplentes para el entrenador: ingresó en diez partidos a la cancha y, aunque no marcó ningún gol, fue una pieza clave para levantar el título.
Con solo 23 años, Everton ha dado su carta de presentación en la Copa América. Con su gol a Perú –el segundo con la ‘verdeamarelha’ después del anotado a Bolivia– la joya de Fortaleza empieza a hacerse un nombre entre los grandes del fútbol brasileño. Sin Neymar, Tite confió en el jugador que alguna vez quiso el Manchester City (o Milán) para empezar a liderar un proyecto que esperan culmine levantando el título en el Maracaná.
► Con destino a Turín: el precio y salario que la ofrece la Juventus a De Ligt en el mercado
► ''Creo que Mbappé vendrá en poco tiempo'': el ilusionante mensaje de Vinicius Junior sobre su fichaje
► ¡Con Neymar y Dani Alves! El XI de ensueño que quiere el Barcelona la próxima temporada [FOTOS]
► Que vengan los dos: Barcelona desea contar con Neymar y Antoine Griezmann