Eso de pretender tener la razón, con la goleada encima, es lo que menos intentamos. Tampoco se trata de creer saber más que el técnico, que tiene al plantel en el día a día. Pero la debacle de ayer en Sao Paulo fue el resumen de lo que es hoy el equipo de Ricardo Gareca: una oncena que no funciona, más allá de lo que se busca en la pizarra.
El funcionamiento del Mundial no existe más. Estamos muy lejos de ese nivel de competencia. ¿Puede pasar en un equipo? Sí. Y revertir eso es tarea del DT. Más allá de que Yotun ya no maneje los hilos, Farfán no ande bien o Cueva no trascienda, es Ricardo Gareca quien debe hacer que el colectivo funcione de nuevo. Y eso no está pasando.
El ‘Tigre’ ha intentado variantes, porque sabe que los rivales ya nos conocen. Buscó algún dibujo táctico alterno, puso uno que otro nombre nuevo, pero todo ha quedado en la teoría. En la práctica no pesamos, no nos asociamos, no sabemos cómo hacer daño. Hemos involucionado.
Mientras no funcionemos como colectivo, seguiremos añorando el rendimiento de hace un año. Echarle la culpa a tal o cual jugador no sirve. Si no andas bien como equipo, es imposible competir de verdad y aspirar a algo. Y eso le exigimos a Ricardo Gareca y al plantel: funcionar otra vez, sea cual sea el esquema. Lo hizo desde 2016. Toca hacerlo de nuevo.
¿Y si la Providencia nos hace llegar a cuartos? En verdad, lo urgente es volver a ser un equipo. Y eso depende de Ricardo Gareca. A una selección mundialista se le exige eso. Lo demás solo es absurdo conformismo.
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