Los Juegos de Río 2016 son motivo suficiente para preguntarnos qué sucede en nuestro país. ¿Invertimos mucho o muy poco? Uno ve por televisión a los colombianos, argentinos o brasileños ganar medallas, sean de oro, plata o bronce, mientras que nosotros somos espectadores de lujo. Tenemos talento. Sin embargo, la incógnita es determinar si es suficiente para obtener galardones. Entonces entra en la discusión el dinero. ¿Realmente el gobierno apoya el deporte peruano?
A diferencia de otros países, Perú muestra una pésima distribución del gasto público del deporte, lo que repercute, de una u otra manera, en los resultados internacionales de nuestros abanderados.
A los presentes Juegos han clasificado 29 deportistas peruanos en 11 disciplinas diferentes. La mejora es notable con respecto a Londres 2012, en el que únicamente tuvimos 16 atletas en nueve deportes. No obstante, aún no superamos la marca de Los Ángeles 1984: la delegación peruana acudió con 35 deportistas. Dios mediante, para Tokio 2020 podríamos superar dicha cantidad, reconociendo la oportunidad dorada que nos otorgan los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
Para poder completar los objetivos, Pedro Pablo Kuczynski, presidente de la República, señala en su plan de gobierno que promocionará la práctica masiva del deporte como parte primordial de la educación y la salud. Además, informa que promoverá la inversión del sector privado en el desarrollo del mismo y aumentará progresivamente el presupuesto deportivo hacia el 2021. Actualmente, del presupuesto del sector público para el año fiscal 2016, publicado en diciembre 2015, se destinan S/. 179 166 340 al Instituto Peruano del Deporte (IPD), cantidad que equivale únicamente al 0.12% del presupuesto general de la República para el presente año.
Del total destinado al IPD, S/. 43 275 741 (24%) es para subvencionar las federaciones deportivas, S/ 11 560 410 (6%) para desarrollar los estímulos de los deportistas de alta competencia, y únicamente S/ 4 059 298 (2%) para la formación y especialización deportiva en centros de alto rendimiento, mientras que la formación en los centros de desarrollo deportivo en provincia se reduce a S/ 2 000 000 (1%); estos últimos hacen referencia a la poca importancia que se le da a la captación de talentos en el Perú.
Con conocimiento del gasto suscitado para las distintas categorías en el deporte, es fundamental señalar el amplio margen de mejora para el país en la repartición del dinero. Tal vez si se diera una mayor importancia a la investigación (solo S/. 4 000 000 (2%) va al desarrollo de estudios, investigación y estadística), se dejaría de realizar complejos deportivos en lugares sin mayor demanda deportiva. La infraestructura es necesaria, pero para los deportistas que realmente la utilizarán.
Cabe recalcar, también, que de los seis proyectos presupuestados por el IPD para el año que transcurre, cuatro son en Lima, uno en Trujillo y el último en Piura. Se reconoce que la demanda una ciudad sobrepoblada como Lima (con más de 9 millones de habitantes) sea punto de partida. Sin embargo, nuestro país pide a gritos una descentralización. ¿Por qué no empezarla con el deporte?
El caso de Colombia
Con 154 deportistas en Río 2016, Colombia es un caso de éxito del cual se puede aprender. El país cafetero pasó de tener cero medallas en Atlanta 1996 a ser una de las potencias latinoamericanas en lo que va de Río 2016 con seis. Su gran momento deportivo es el resultado de todo lo que carece nuestro país en materia de organización.
Después de su pésimo rendimiento en los Juegos de 1996, el Comité Olímpico Colombiano (COC) junto a Coldeportes elaboró un plan para cambiar la imagen deportiva de su país. El plan tuvo la misión de buscar nuevos talentos rastreando las zonas deportivas de mejor rendimiento a través de apoyos económicos de distintas entidades nacionales. El plan siguió su curso y, con la incorporación de un área técnica, el deportista pudo contar con un seguimiento médico y psicológico que le permitió crecer competitivamente a nivel internacional.
Hoy en día, Colombia invierte 113 578 754 dólares en todo lo que tiene que ver con deporte. Dentro de la distribución del gasto, los sectores más apoyados son los de construcción de complejos deportivos donde se pueda competir internacionalmente con un 20%(en los últimos años Colombia ha realizado diversos campeonatos mundiales de distintas disciplinas como futsal, fútbol, atletismo o ciclismo en pista), el apoyo al deporte olímpico para el posicionamiento y liderazgo en Colombia (14%) y el apoyo al desarrollo de la educación física extraescolar junto con el deporte formativo en la infancia y adolescencia (12%).
Es significativo cómo cambia el contexto según la distribución que se le dé al dinero. Colombia brinda su confianza a la formación de talento y liderazgo deportivo, mientras que el Estado peruano prefiere dejar en manos de las federaciones independientes el uso de ese dinero que muchas veces no va hacia el beneficio del deportista y sí del empresario
Luego de tanto trabajo, el país de Caterine Ibarguen, Oscar Figueroa, Yuberjen Martínez, Yuri Alvear e Ingrit Valencia parece estar cumpliendo los objetivos y ahora es momento que el COP (Comité Olímpico Peruano) tome la posta y crezca deportivamente, porque las metas no se cumplen sin una base sólida detrás.
En fin, el costo de una medalla va más allá de lo monetario. Recae en la organización estratégica que se tenga a futuro para cumplir los objetivos a largo plazo a través del talento del deportista y hoy en nuestro país eso no sucede pues, como señala el plan de gobierno del presidente de la República, no existen indicadores que midan el desempeño logrado en la formación, competencia y masificación del deporte.
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