Los Juegos Olímpicos sirven para evaluar el nivel deportivo de cada país, aunque también para poner a prueba la organización y preparación de las delegaciones que se presentan cada cuatro años en este certamen. Río 2016 fue la más reciente prueba para Perú. Es fácil criticar a nuestros atletas, pero ¿son ellos los tienen la culpa de tantos años sin algún logro deportivo en los Juegos?
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Las Federaciones tienen el deber de velar por sus deportistas. Estas deben darles financiamiento para que puedan desarrollarse, así como proveer la infraestructura para sus entrenamientos y el apoyo psicológico para mantenerse al nivel de un deportista de élite. La mayoría cumple con los requisitos, quizás a duras penas, pero lo hace.
Sin embargo, ¿de qué sirve este trabajo si no se sabe exponer? Todas las Federaciones tienen una página web, aunque no tienen información actualizada. Por ende, las redes sociales son casi nulas en cuanto a difusión.
Las notas de prensa pueden funcionar, pero no siempre cumplen con los requisitos para exponerla en los medios. Ya sea que las fotos sean pequeñas (para el caso de prensa escrita), que no haya video (televisión) o que la información esté, por lo general, incompleta. No llegan a cumplir su cometido que debería ser la difusión.
Pedro Pablo Kuczynski habló en su discurso presidencial que su gobierno tendría al deporte como una de sus prioridades. La presión de Lima 2019 es grande y se espera que la delegación peruana tenga una buena participación. Sin embargo, ¿qué pasó antes de que tengamos la fecha límite de los Panamericanos?
De acuerdo al Presupuesto Anual del 2016, el 0.12% (S/. 179 166 340) fue destinado para el Instituto Peruano del Deporte. Este tiene que repartirlo entre las 56 Federaciones actualmente activas. Con este tipo de apoyo, es casi obligatorio que busquen financiamiento externo.
Aunque esto no es extraño, puesto que se hace en muchos países. Es cierto que para que un deportista tenga la atención de una empresa privada, tiene que llegar a ser extraordinario sin tener un apoyo inicial. "Con la fe", puede resumir este punto.
Gladys Tejeda quedó en el puesto 15 de la Maratón de Río 2016. Nuestra compatriota fue la mejor latinoamericana en dicha cita olímpica y tuvo la mejor posición en la historia de Sudamérica. Y claro, no faltaron quienes la criticaron por no conseguir medalla.
En Toronto 2015 consiguió la presea de oro. Eso fue en julio del año pasado, y desde entonces pocos saben en dónde compitió, cuándo acabó su sanción por dopaje(aquí) y en qué prueba consiguió la clasificación (aquí).
Y es que es así, y más frecuente para los atletas menos conocidos. Son pocos los que realmente siguen al deporte peruano y prefieren informarse sobre disciplinas extranjeras. Se respeta, aunque no se puede exigir apoyo del Estado cuando no se comienza con uno mismo.
Este es el momento de hacer un mea culpa. Los medios de comunicación solo publican lo que llama más la atención y si no lo es, y no hay información a la mano, es descartado. Al no tener las fuentes que certifiquen que tal o cual deportista compitió en algún torneo, no se puede publicar. (Regresamos al punto 1, ¿o no?)
No obstante, también es cierto que si una disciplina no es tan popular es difícil hacerla atractiva para el público. La cantidad de personas que leen sobre dicho tema no se acerca a los números conseguidos por los competidores de 'Esto es Guerra', por ejemplo. (Regresamos al punto 3, ¿o no?)
La empresa privada tampoco puede librarse. La promoción de un deportista no solo enriquece a la sociedad, sino que también a su propósito mercantil. Si un atleta se vuelve conocido por sus logros deportivos, automáticamente la marca se hace popular y está en el pensamiento del ciudadano de a pie.
El apoyo no puede salir solo por su iniciativa. El gobierno tiene la obligación de recompensar a quienes apuesten por el deporte. (El punto 2 se hace presente).
¿Qué tal lo hizo Perú en Río 2016?
Perú llevó 29 deportistas a Río 2016, un número importante teniendo en cuenta que desde 1996 no participaban tantos nacionales en unos Juegos Olímpicos. Fue un récord histórico respecto a la cantidad de disciplinas en las que hubo participación, haciendo debut en gimnasia gracias a Ariana Orrego.
No obtuvimos medallas, pero nuevos nombres se hicieron conocidos. David Torrence corrió en una final de atletismo, algo que ningún peruano había logrado, Hernán Viera fue el mejor levantador de pesas latinoamericano en su categoría, y Renzo León se coronó como el mejor remero en nuestra historia con un meritorio puesto 19.
Hay talento, y debemos saber cómo alimentarlo. Río 2016 ya pasó y es momento de pensar en Tokio 2020. Aprendamos de nuestros errores y esperemos que en cuatro años podamos celebrar. Si Colombia pudo, ¿por qué nosotros no?
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