Hoy hace justo un año, salía del Camp Nou después de una victoria del Barça contra la Real Sociedad (1-0). Y lo hacía aburrido, lamentando por enésima vez el juego de un equipo que ni con Valverde ni con Setién, pese a liderar la tabla, conseguía entusiasmar a la gente. Y lo hacía también sin saber que sería el último partido que viviría en directo desde el estadio. De haberlo sabido, seguramente habría disfrutado mucho más de todo aquello que ahora todos echamos de menos.
El balón ha seguido rodando, pero sin el aliento de la gente, el fútbol no es el mismo. Lo seguimos disfrutando desde casa y celebrando que un equipo en plena transición se haya clasificado para la final de Copa y esté más vivo que nunca en una Liga en tierra de nadie. Mucha culpa la tiene Koeman, que se ha convertido no solo en una figura clave desde el césped apostando por los jóvenes sino también en el portavoz de un club sin líder. Hoy, por fin, se podrá centrar solo en lo que le toca, porque los socios decidirán en las urnas quién será el presidente que intente retornar el club a su sitio. La segunda etapa de Laporta está en camino.
ADRIÀ COROMINAS
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