Poco ortodoxo. El delantero hispano-dominicano Mariano Díaz fue el encargado de sentenciar el partido entre el Real Madrid y Barcelona por la jornada 26 de LaLiga Santander. Dos estilos, dos mundos radicalmente diferentes. Un cuadro ‘merengue’, feliz al contragolpe, puro rock and roll, un equipo volcánico, encantado de tener enfrente a un rival como los ‘azulgrana’, que amasa el balón, que lo esconde con una posesión infinita, pero sin verticalidad.
Quique Setién seguro que ha recibido de Pep Guardiola en su última charla un consejo sabio: las jugadas se acaban. El Madrid cayó ante el City, porque Pep saca el hacha si uno de los suyos no cierra sus acciones ofensivas. Si no hay balón a puerta, los manda a la ducha. Gabriel Jesús o Sterling no perdonan. El Barça, en cambio, esta noche dio alas al contragolpe al Real Madrid en sus arreones por no ejecutar sus acciones al borde del área o errar en el último pase interior.
Especialmente activo en las bandas se exhibió el Madrid, donde Carvajal, después de su error en Champions, fue un búfalo todo el partido. Y en la izquierda, con Vinicius, un velocista de cien metros con marca registrada, que firmó el 1-0, en una acción con relato. Toni Kroos le televisó el desmarque a Vinicius. Se lo marcó con la mano. El brasileño hizo de recordman, Piqué le dejó entrar en el área y le invitó a chutar a puerta y esta vez sí acertó.
Arthur mueve el balón como un parabrisas. No limpia jugadores y la noche que Messi no brilla, el Barcelona no encuentra el camino del gol. No Messi, no party. Sería el título de una película que tuvo en un pique Marcelo-Messi, el resumen del Clásico. Marcelo, sin ser el más rápido de la clase, le rebañó un balón de gol a Messi corriendo a 30,9 km por hora. Algo inusual. El mundo al revés.
El Real Madrid es un mundo por descubrir. Mariano, un chico de cantera, que no cuenta para Zidane desde que llegó, pintó la cara al Barcelona con unos segundos en el campo. Es el perfecto ejemplo, de manual, para psicólogos y deportistas de élite. Nunca hay que rendirse. Y que la inspiración te pille trabajando. Eso decía Pablo Picasso. Y eso mismo le sucedió esta noche a Mariano. Un poquito de Mariano es mucho.
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