El se encuentra en una crisis de juego que radica fundamentalmente en la nula conexión entre dos de sus grandes estrellas: y . Son dos de los mejores futbolistas del mundo, pero en la cancha han hecho poco en sociedad.

El último ejemplo lo dieron en el empate 0-0 entre Barcelona y Slavia Praga por la fecha 4 de la Champions League. Messi tuvo la gran chance de habilitar a Griezmann para que haga el gol, pero prefirió el remate y la pelota terminó estrellándose en el poste.

Tal como dejan ver las imágenes, mientras Messi se llevaba las marcas del Slavia, Griezmann buscaba el pase luego de haber ganado varios espacios en la defensa. Lejos de darle la oportunidad de anotar, el argentino sacó el remate. “Cero ‘feeling’”, comentan en redes sociales.

Al Barcelona solo le queda ganar al Borussia Dortmund en la siguiente jornada para acabar primero de grupo en la Liga de Campeones y dejar como irrelevante el último partido contra el Inter. Por lo tanto, según el punto de vista del vestuario, parece que no hay motivo para la crítica o la preocupación que se destila en el entorno azulgrana con el equipo.

Esta crítica, en cambio, tiene más que ver con las percepciones que con los números, ya que si bien es cierto que tanto en la Liga como en la Champions el Barcelona trasmite liderazgo por las posiciones que ocupa (primero en ambas), la verdad también revela que el equipo catalán cada día juega peor, lo que le está llevando a acumular ya muchos partidos de mala calidad, unidos a derrotas irreprochables.

El sábado, el Barcelona recibirá a un Celta en horas bajas, y que ha cambiado de técnico, el exbarcelonista Òscar García Junyent, un cruyffista convencido y que muchos creían que podía haber sido el sustituto de Luis Enrique cuando abandonó la entidad, pero cuya apuesta parecía inviable, ya que el presidente, Josep Maria Bartomeu, ya se había decantado por Valverde.