Ser parte de la plantilla del Real Madrid supone una responsabilidad distinta para cualquier futbolista. Sea quien fuere, sin distinción de edad ni nacionalidad, el jugador que vista de blanco tendrá que responder con creces ante el llamado del director técnico de turno. Sin embargo, como ha ocurrido en el pasado reciente en algunos elementos de la casa blanca, esa responsabilidad no siempre es asumida como se debería. Uno de los últimos nombres que encabeza esa sombría lista de fichajes decepcionantes es Luka Jović. El serbio, quien llegó a la capital española en la temporada 2019-20 después de haber deslumbrado a toda Europa con la camiseta del Eintracht Frankfurt, no ha dejado de pasar penurias desde entonces y hoy, en su tercera campaña con los ‘merengues’, tiene la difícil misión de conquistar a Carlo Ancelotti para ver si se convierte en su as bajo la manga ante cualquier eventualidad con Karim Benzema.
Según la última cotización de ‘Transfermarkt’, sitio web especializado en fichajes, Luka Jović tiene un valor en el mercado de 20 millones de euros, 40 millones menos de lo que pagó el Real Madrid hace dos años a pedido expreso de Zinedine Zidane. Su evidente devaluación tiene que ver exclusivamente con su baja producción goleadora desde que cambió de club y, además, porque aun habiendo regresado a Frankfurt durante una breve sesión de medio año en la segunda parte del curso 2020-21, no fue capaz de recuperar aquel estado de gracia que lo catapultó como uno de los goleadores más prometedores del viejo continente.
¿Cómo entender que un jugador que con 21 años llegó al club más ganador de la Copa de Europa, terminó tan por los suelos en muy poco tiempo? ¿Tiene que ver solo con la responsabilidad del jugador, o también los agentes externos propiciaron su fallida adaptación a una institución que atrae flashes y portadas a montones? No hay una sola respuesta que explique la caída en picada de Luka Jović, pero sí creemos que mirando a su pasado probablemente podamos ver pequeñas imágenes que describan su presente.
Prematuro comienzo
Luka Jović (Loznica, República Federal de Yugoslavia, 23 de diciembre de 1997) creció en el seno de un hogar golpeada por los cambios sociales provocados por la Guerra de Bosnia entre los años 1991 y 1992, la cual trajo consigo constantes movimientos geográficos en la familia liderada por Milan Jović, un exjugador que tuvo una corta carrera como defensor central.
A pesar de las peripecias de sus progenitores, el pequeño Luka siempre mostró aptitudes diferentes respecto a los chicos de su generación y rápidamente se hizo con un lugar en el fútbol de menores destacando en el Mini Maxi, un torneo exclusivo para niños en Belgrado. En uno de sus mejores partidos fue observado por Toma Milićević, un ojeador del Estrella Roja, que le propuso a su padre que dejara jugar a su hijo por la cantera del club a cambio de un poco de dinero para él y otro poco para costear sus pasajes desde Loznica hasta la capital de Serbia.
Desde entonces, ya con siete años, Luka Jović se incorporó al club más importante del fútbol serbio con la consigna de cumplir el sueño de su padre y tener el éxito que él nunca alcanzó. Su desenfrenado ascenso en cada una de las categorías inferiores lo llevaron ser considerado como parte del primer equipo desde los 16 años, teniendo un prematuro debut en el cierre de la temporada 2013-14 de la Superliga de Serbia.
Como su mejor carta de presentación ante su país y el mundo, el delantero ingresó en la última jornada del campeonado con la misión de anotar el gol del título para el Estrella Roja, a sabiendas que en simultáneo el Partizan, su clásico rival, estaba ganando su encuentro. Slaviša Stojanovič, técnico de los rojiblancos en aquella ocasión, confió en su imberbe ariete para cambiar la historia del partido y así lo hizo. Con tan solo tres minutos en el campo, Luka Jović anotó el 3-3 definitivo sobre el FK Vojvodina para darle el título a su equipo.
Lisboa no, Frankfurt sí
En las siguientes dos campañas acumuló más minutos con el plantel principal y registró un total de 11 goles en 41 partidos, números suficientes para que un equipo cazatalentos como el Benfica pague 7 millones de euros por su fichaje. Sin embargo, a sus 17 años no fue capaz de canalizar tanta presión por las expectativas sobre su futuro y llevó una vida nocturna muy movida en su estancia en Lisboa. Desde su llegada pasó más tiempo en el Benfica B que en el primer equipo –donde coincidió en un partido de la temporada 2016-17 con André Carrillo– y terminó aceptando una cesión al Eintracht Frankfurt para encontrar los minutos que en Portugal no tenía.
El cambio de aires le sirvió a Luka Jović desde la primera vez que pisó el Deutsche Bank Park –para entonces llamado Commerzbank-Arena– y empezó a responder en el terreno de juego la confianza brindada por el técnico croata Niko Kovač, un personaje muy influyente durante su primer año en Alemania pues él mismo se le acercó a pedirle que viviera en el edifico donde se hospedaba para tener una relación más estrecha. Esa sinergia entre jugador y entrenador le permitió disputar 22 partidos y anotar 8 goles en la Bundesliga 2017-18, consiguiendo así una media de 1.7 tiros a puerta por partido debido a que disputó 9 encuentros como titular y 13 entrando desde el banquillo.
La temporada 2018-19 fue la de su explosión futbolística. Ya sin Kovač en el banquillo pero con un entrenador paternalista como lo es el austriaco Adi Hütter, Luka Jović logró no solo exhibir su mejor fútbol en la Bundesliga –anotando 17 goles en 32 partidos, elevando sus tiros a portería a unos 3 por encuentro–, sino también a nivel internacional en la espectacular participación del Eintracht Frankfurt en la Europa League donde llegaron hasta semifinales –marcando 10 tantos en 14 partidos, con una media abrumadora de 3.3 disparos por duelo–. Para entonces ‘Las Águilas’ ya habían comprado la ficha completa del atacante y se frotaban las manos ante una inminente venta por el nivel que había mostrado.
Madrid y el costo de la expectativa
Con la compleja descripción de un delantero capaz de convertir en gol hasta la jugada más complicada, definiendo con la misma potencia tanto con la pierna derecha como con la izquierda –la que en teoría es la menos hábil–, Luka Jović le llenó los ojos a Zinedine Zidane que, tras la partida de Cristiano Ronaldo a la Juventus, estaba buscando un jugador capaz de resolverle los problemas con el goles que aparecerían sin el portugués en su equipo. En total fueron 60 millones de euros los que desembolsó el Real Madrid para llevarse al serbio con un contrato hasta 2025.
Su estancia en Valdebebas comenzó de la peor manera y desde entonces no ha parado de tener baches que han mermado su verdadero potencial. Una lesión en la pretemporada 2019-20 hizo que comenzara el curso en desventaja sobre el resto de competidores en su puesto, el cual jamás pudo ni siquiera discutirle a Karim Benzema. En total sumó 27 partidos y solo anotó dos goles contabilizando todas las competiciones, estadística que se acentuó aún más con el parón por el COVID-19 en donde tuvo que soportar una fractura en el pie derecho durante el confinamiento. “Está deprimido, con algo de miedo. No solo por la lesión, sino también por el hecho de que ninguno de los futbolistas serbios tuvieron suerte en el Real Madrid, todos se sintieron ofendidos”, contó por aquellos días su padre Milan cuando fue consultado por el presente de su hijo.
Ancelotti, la última oportunidad
Esas idas y vueltas que da la vida llevaron a Luka Jović de regreso al Eintracht Frankfurt en enero de este año para cerrar la temporada 2020-21, pero por más que volvió a contar con el respaldo de Adi Hütter en 18 partidos, solo anotó 4 tantos, una cifra muy lejana a los desbordantes números de su primera etapa en Alemania. Sin rótulo de promesa ni los mismos brillos de hace dos años, no le quedó de otra que regresar al Real Madrid para intentar recuperar el tiempo perdido. “Claro que jugar en el club más grande del mundo conlleva una gran responsabilidad. No tengo ningún problema con eso ni siento presión. Creo en mi calidad porque sé lo que valgo. Lo único que espero es que después de mucho tiempo evite las lesiones por completo. El resto se recuperará”. comentó a fines de julio en su retorno a España.
Luka Jović todavía tiene la edad para pensar en que todo es posible, y más aún si en la libreta de Carlo Ancelotti está como segunda opción por detrás de Benzema. Sin Mariano Díaz en la órbita, su nombre aparece como una variante utilitaria para el técnico italiano que sabe que es probable que no llegue ni un fichaje más en este verano. Aunque solo ha ingresado en los minutos finales en los dos primeros partidos de LaLiga, el serbio es consciente que su presente le exige ser paciente y no pedir milagros. Su nombre por sí solo tendrá valor el día en que comience a hacer goles. Para eso no falta mucho ni poco, sino lo que él y la confianza de ‘Carletto’ decidan.
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