El reestreno de Frank Lampard tampoco resolvió nada en el Chelsea, derrotado por 1-0 por el Wolwerhampton y un golazo de Matheus Nunes, pero también empeorado incluso respecto a sus versiones más recientes con Graham Potter, con tan solo un tiro entre los tres palos en más de hora y media de juego insustancial, lejos de la dimensión que pretende. Destituido en enero de 2021, la solución de Lampard necesita tiempo, como poco. Quizá más que sólo eso, visto lo visto este sábado. Lo doblegó el equipo que dirige Julen Lopetegui, que sólo había ganado uno de sus últimos siete partidos, que comenzó la jornada con tan solo un punto de ventaja sobre el descenso (ahora tiene cuatro) y que no había vencido ninguno de sus últimos tres duelos.
Es la realidad del Chelsea, que encadenó su cuarta decepción seguida, que perdió aún más terreno sobre las plazas europeas, ya a 14 puntos de la quinta posición del Tottenham y a 17 de las plazas de Champions que marca el Manchester United, mientras divisa, ya este miércoles, al Real Madrid en el Santiago Bernabéu en la Liga de Campeones.
En la medida que Joao Félix entra en juego, el Chelsea es mejor en ataque. La constancia siempre ha sido una crítica recurrente hacia el delantero en su pasado en el Atlético. En Londres ocurre lo mismo. Su problema está en la continuidad, tan compleja en el fútbol; en cuánto tiempo expresa todo su talento, toda su habilidad, toda su determinación. Aún no está en la dimensión que se le presupone cuando despuntó en el primer equipo del Benfica.
Aun así, es la iluminación ofensiva del Chelsea. Cuando más lo encuentre, mejor le irá a Frank Lampard. Un ejemplo es lo que sucedió en Molineux. Insustancial toda la primera media hora, quizá más allá, con un aspecto fantasmal, ‘invisible’ en el partido, a raíz del gol en contra resurgió junto a su equipo. Nada del otro mundo, pero mucho más que antes. Un impulso para el conjunto londinense, que ya perdía por 1-0 tras una nefasta primera parte.
El Chelsea pasó de los 35 tiros en los últimos dos partidos, aún con Graham Potter, despedido tras el último encuentro, nueve de ellos entre los tres palos, sin un solo gol, a la nada en el primer tiempo en su visita a Molineux. Un despropósito evidente en la primera media hora que lo castigó con el 1-0 en contra que fue en el minuto 31, pero que podía haber sido antes, cuando Koulibaly o Fofana se cruzaron providenciales en sendas acciones.
La volea incontestable de Matheus Nunes, cruzada e imparable para Kepa desde uno de los lados del área, es irrebatible, pero incluye matices que ponen en evidencia al Chelsea. El primero, a Koulibaly y su despeje con la cabeza. El segundo, a Cucurella y su inacción, contemplativo, cuando el balón botaba, botaba y botaba hacia el remate de su adversario.
El gol, perceptible entonces, más por aproximación que por ocasiones, dañó más aún al Chelsea. Su déficit de confianza es visible. Sintió que, otra vez, a la primera, había recibido otro golpe inasumible. Pero, a diferencia de encuentros precedentes, el Chelsea de Potter sí tenía motivos para sentir el infortunio, la falta de pegada, la injusticia del resultado en contra. Este sábado, no tiene coartada. No hay excusa para generar tan pocos ataques.
Su único tiro a portería en el primer tiempo, en una hora y más allá fue de Joao Félix. Centrado. Y no fue peor al descanso, porque Kepa se cruzó salvador ante Diego Costa. La única queja real del Chelsea puede ser la posible mano con la que Joao Gomes interceptó una volea del atacante portugués, ya en el segundo tiempo, ya con 1-0 en contra. No lo entendió como tal ni el árbitro ni el VAR. No hubo más del equipo londinense. Nulo.
Cierto que no se rindió, ni siquiera con la ausencia de Kante, fuera de la convocatoria en su proceso de readaptación a la competición, con la mirada en la próxima y decisiva eliminatoria contra el Real Madrid en los cuartos de final de la Liga de Campeones, tanto como que apenas inquietó a José Sa tampoco en el segundo tiempo, cuando Lampard fue cambiando a toda su línea ofensiva para rebuscar un efecto que tampoco apareció.
Primero fue Havertz, de nuevo insuficiente. Después, Joao Félix y Sterling. El portugués mostró algo. Su compañero, absolutamente nada. Y entró Aubameyang, ya recuperado de su lesión, con mucho más protagonismo en el futuro con Lampard que en el pasado con Potter. No está inscrito para la máxima competición europea. Hizo más que Havertz o Sterling en toda la hora anterior. No es un consuelo para el Chelsea, peor que con Potter. Tampoco lo fue su ineficaz ofensiva final.
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