Estoy a miles de kilómetros de Roma, sentado en mi cuarto con mi laptop al frente y me pongo a pensar que quizás nunca en mi vida vaya a conocer Italia, pero la esperanza no la pierdo. Muchos, como plan para el futuro cuando pase la pandemia, de repente se trazaron la meta de conocer el Coliseo de la ciudad o caminar por sus conocidos calles, aunque lo mío es otra cosa: alucino con entrar al Estadio Olímpico, recinto en donde Francesco Totti fue, es y será amo y señor.
Siempre quise ver en vivo y en directo en el Calcio a ese gran talento que dejaba en ridículo en los mano a mano a porteros. No tengo dudas que Zidane, el ‘Fenómeno’ Ronaldo o Ronaldinho son grandes de mi generación, pero hay ese algo que siempre hizo que ponga al ídolo romano por encima. Vaya que disfruté con él en mi adolescencia.
Desde que lo ‘descubrí’ cuando estaba en el colegio, me hice un simpatizante más de la ‘Loba’. Cuando mis amigos querían sus ‘micas’ del Madrid o Barcelona, yo soñaba con una del ‘Capitano’ con la 10 en la espalda, así sea ‘bamba’. No tenía cable en casa y no me quedaba otra que enterarme por los resúmenes de noticieros cómo es que había quedado mi equipo. No se imaginan mi alegría cuando se obtuvo el Scudetto 2001. Ese partidazo ante el Parma (que significó el título de Serie A) con gol incluido de Totti no sale de mi cabeza, por más pixeleada que este la imagen.
Un punto de inflexión
Por mi mente no pasan ‘Messias’ ni Cristianos, ni ‘Duques’ ni ‘Pistoleros’. Hubo un momento en el que me confirmé como un ‘tottista’ más, un fiel servidor a la religión de Francesco: cuando creó su obra de arte contra el Inter de Milán en el Giuseppe Meazza en 2005. Se sacó de encima a Zé María y a Cambiasso, un par de amagues bastaron para hacer dudar a Materazzi y - por si fuera poco - le hizo un ‘sombrerito’ a Julio César desde fuera del área. Golazo. Hasta ahora escucho el “¡Palonetto, Francescooo!” del narrador de SKY Sports.
Las cosas en adelante iban a tener un sabor agridulce. Llegaría el título del Mundial Alemania 2006 con la selección ‘azzurra’, ofertas del Madrid de Florentino Pérez con harto billete en el maletín (que no aceptó), pero también ver a clubes como Juventus y AC Milan que se llevaban ligas. La Roma, como en las últimas temporadas, se quedaba con las manos vacías. Con referentes como él, Edin Dzeko, Julio Baptista, Mohamed Salah, Daniele De Rossi y Gabriel Heinze no alcanzó.
Francesco Totti no se retiró en 2017; lo retiraron. La directiva romanista presidida por James Pallotta no le quiso renovar y ante su amor público por su equipo - 25 años de fidelidad - optó por colgar las botas para no jugar por nadie más. Dicen que los jugadores pasan y el club es el que queda, pero me es casi imposible no relacionar al equipo con el jugador que me sacó sonrisas en el pasado.
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