El hincha nunca terminó de convencerse por el trabajo de Pablo Bengoechea. Esa es una verdad que fue creciendo como una bola de nieve. Desde la temporada pasada, a su equipo se le exigió tirar una ‘huacha’ o un ‘taquito’, pero el ‘Profesor’ respondió con efectividad y, sobre todo, con poco romanticismo. Mantuvo la tranquilidad en días de guerra, precisamente cuando su estilo era criticado. Pero logró el ansiado título. Y el triunfalismo cegó hasta el más tirano de las redes sociales.
Nadie discute que Bengoechea sea un técnico que sabe trabajar en la pobreza. No solo ha peleado con las limitaciones de algunos futbolistas, sino también contra el precario presupuesto para fichar. Sin duda, el mal momento de Alianza Lima es una responsabilidad compartida. Hasta llamémosle un problema familiar. Porque la dirigencia también debió trabajar en elegir mejor a los refuerzos, para no volver a quedar expuesto en la Copa Libertadores.
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El juego no convence
Aquí tiene que ver mucho la eficacia. Alianza Lima no es el mismo equipo del año pasado, que resolvía los partidos a su favor, en tres o cuatro llegadas al arco. Este año, Bengoechea apuesta a lo mismo y trata de mantener su filosofía. Pero, ahora, al equipo le cuesta mucho armar un contragolpe rápido, con Mario Velarde como ‘10’. Y, ojo, con el entusiasmo de Gabriel Leyes no le alcanza para ganar los partidos. A él se le exige goles.
Los laterales, una lágrima
Son los factores más flojos que mostró el equipo. Bengoechea probó hasta siete hombres por la banda derecha, esta temporada. Ni Araujo, Garro, Riojas, Godoy, Duclós, Cotrina y Marina fueron solución. Hasta se contrató a Marcello Ruíz (19 años), que viene de jugar en el MVV Maastricht de la Segunda División de Holanda. ¿Fue solución? No. Hasta no es incluido en la lista. Entonces, ¿para qué lo ficharon?
Contrataciones extranjeras, sin respuesta
Sincerando el tema, Tomás Costa es un volante silencioso, trotón y de buena pegada. Todavía no hace olvidar a Luis Aguiar. Y, por tratarse de un refuerzo extranjero, está obligado a marcar la diferencia. Bajo esa línea, es preciso que Bengoechea reconozca que se expuso a la crítica mal intencionada al pedir el fichaje de Maximiliano Lemos. Por eso, ahora, cae en la tentación y pisa el palito al tratar de minimizar la trascendencia y el parentesco que guarda con el uruguayo.
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