Su nombre es Crifford Seminario, tiene 38 años y se formó en las canteras de Alianza Lima en una de las generaciones que más dio que hablar en el fútbol peruano: la categoría 84, donde compartió formación junto a dos cracks de la selección peruana: Jefferson Farfán y Paolo Guerrero.
Seminario no debutó en el cuadro blanquiazul, pero tuvo un paso por el fútbol profesional, aunque los mejores momentos de su carrera fueron con una camiseta rosada en el pecho, a tal punto que lleva tatuada en la piel los dos títulos que tiene con el Sport Boys. Hoy ese mordedor volante cambió las canchas de 90x45 por las del fútbol 7. En esta nota recuerda su carrera y nos habla de su presente.
¿Crifford cuéntanos un poco que ha sido de tu vida?
Yo sigo ligado al fútbol, en el fútbol 7 y jugando algunos campeonatos. gracias a dios me va bien.
¿Eres un futbolista de barrio?
Yo sí me considero un jugador que salió de abajo, de barrio, luché para lograr mi objetivo de llegar al fútbol profesional, empecé de muy chico con el apoyo de mis padres y gracias a Dios que me encaminaron bien. Como todo chico hemos tenido errores, gracias a Dios la educación y todo el temple que pusieron mis padres hacia mi persona hicieron que logre mi sueño que fue llegar al fútbol profesional.
¿Cuál es tu barrio?
Mi barrio es el Rímac, la Urbanización La Huerta, siempre he parado en sitios medio jodidos como Jirón Trujillo, la cuadra 8.
Imagino que te tocó jugar en la pista...
Me ha tocado poner dos botellitas, dos piedras, pero uno de eso aprende. Hoy en día ha cambiado mucho, se lo digo a mis hijos que la calle es una buena escuela, pero hay que saber hasta dónde llegar porque ves muchas cosas.
¿Qué es lo más duro que viste?
Vi muchas cosas, he pasado muchas cosas, todos los vicios se han cruzado por mi camino, pero nunca me llamó la atención, siempre lo tenía en la cabeza mi sueño de llegar al fútbol profesional. Pude hacer muchas cosas más, pero algunas decisiones no me ayudaron.
¿De dónde saliste?
Yo salgo de Alianza Lima, de muy chico me fui a Chimbote, estuve en Sipesa desde los siete años, vinimos a Lima a hacer una gira y el ‘Cholo’ Castillo, tremendo cazador de talentos puso los ojos en mí. Tuve la dicha de formarme en Alianza Lima, no llegué a debutar, pero le tengo mucho cariño por cómo me formó como persona, porque me dio educación y como siempre lo decimos en esa categoría 84 que logró muchas cosas.
Jugaste con Paolo Guerrero y Jefferson Farfán
Tuve la dicha de jugar con ellos, siempre conversamos, no solamente Jefferson, Paolo, ellos son los más emblemáticos, estaba Roberto (Guizasola), Rinaldo (Cruzado), Martín Tenemás, Jair Céspedes, Junior Viza, fue una buena categoría, el 90% llegó a fútbol profesional.
¿A esa edad Paolo y Farfán ya eran unos cracks?
Yo siempre conversando con amigos se sorprenden como juega Paolo (Guerrero), yo les comento que Paolo de muy chico ya jugaba así, de chico te dabas cuenta los jugadores que eran ellos, siempre estaban un pasito adelante de los demás. Les gustaba la ‘chacota’ como todo chico, ellos y Roberto Guizasola.
¿Dónde te tocó debutar?
Yo debuto en Deportivo Wanka en 2004.
¿También jugaste en Segunda?
También llegué a jugar en Segunda, en 2002 fue mi primera experiencia en Guardia Republicana, estaba en Alianza y pedí que me presten, ahí es que te hablo de que de repente tomé malas decisiones, pero no me arrepiento.
Y fuiste dos veces campeón con Sport Boys...
Fue una experiencia muy linda, es el equipo del cual soy hincha y la verdad que siempre me trataron de la mejor manera. Yo me siento un hijo más del Callao, mis hijos los tres nacieron en el Callao, agradecido con el club y espero que esté en los primeros lugares que es lo que se merece un club grande.
Incluso tienes los dos títulos tatuados...
Me lo hice pues lo prometí porque fueron títulos muy luchados, fueron muy difíciles, el primero fue increíble, esa final con Cobresol, siempre lo digo que nunca volví a ver el estadio (Miguel Grau) con la magnitud como se llenó ese día, fue un día muy especial, vi a mi madre luego de ocho años, la presidenta Karla Bozzo me la trajo a Perú y fue una motivación lindísima, me lo prometí que si campeonaba me lo iba a tatuar. El del 2017 también durísimo, tuvimos un mano a mano hasta el final con Vallejo. Son cositas que se merecen, no todos los días se campeona.
Físicamente te mantienes bien...
Yo sigo entrenando, me sigo manteniendo, me cuido el día a día, mis amigos me dicen que me cuido más que cuando jugaba. Me han ofrecido jugar Copa Perú, no ha sido muy concreto como para sentarme y decir voy a volver.
¿Qué te llevó a dejar el fútbol en 2020?
La pandemia me chocó durísimo, yo perdí a mi abuela que fue quien me crío junto a mi madre, fue la que siempre veló por mí, terminé jugando en Chavelines. Ya en 2021 se me fue quitando el sueño de jugar. A mí siempre me pasaba que esperaba las llamadas, igual sigo entrenando porque a mí me gusta, juego con chicos y no me gusta que me pasen por encima.
¿Qué diferencia hay entre el fútbol y fútbol 7?
El futbol 7 hay que correr bastante, estar en movimiento, hay menos espacios, hay que decidir rápido, es lindo, puedo decir que hasta con mis ídolos he jugado, jugué con Waldir (Sáenz), que para mí era un goleador excelente, pudimos ser campeones en Sport Boys y volver a jugar con él es lindo.
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