Kevin Serna fue la gran figura de Alianza Lima en el empate 1-1 ante Fluminense por la Copa Libertadores. Lo intentó dos veces y a la tercera, su velocidad y picardía por fin dieron resultado para anotar un golazo que hizo delirar a la mitad más uno de los peruanos. Y aunque al final los brasileños lograron el empate, dejando un sabor agridulce en las tribunas, no pudieron opacar el gran partido del dueño de la banda derecha.
Esa imagen de Serna corriendo y amagando por la banda derecha todavía da vueltas en la cabeza del hincha aliancista. Parece un recuerdo imborrable que seguramente se repetirá durante la Liga 1 y ojalá, en la Copa Libertadores. Pero encierra en sí mismo algo más profundo: quizá es el intento desesperado del jugador por alejarse de la vez que decidió retirarse del fútbol a los 18 años. Cuando las puertas se cierran y las oportunidades escasean, es difícil abrirse paso en este deporte. Kevin lo supo desde ese momento. “Sí, a los 18 dije: ‘bueno, no estoy en ningún club profesional, sea divisiones inferiores, reserva ni nada’. Y, lamentablemente, di un paso al costado. Por cosas de la vida jugaba en campeonatos y me pagaban por ellos”, reveló hace poco en DirecTV Sports. Pudo ser el momento más duro de su hasta entonces corta carrera, pero no lo fue.
Sin esa chance de hacer lo que más le gustaba, Serna tuvo que sortear la dificultad y ganarse la vida como cualquier peruano lo haría. Pasó de las canchas de fútbol a atender en un restaurante, vender libros o trabajar en una chatarrería, todavía sin un rumbo fijo. “Son cosas que me llenan de orgullo y que me formaron como persona”, comentó el colombiano, mostrando esa entereza para no doblegarse ante la adversidad. Y mientras caminaba por ese sendero incierto, su suerte cambió. “Un día me dijeron que piense mi decisión, que lo reconsidere. Me presenté a la ciudad de Cali. Lo intenté, no tuve nada que perder y ahí me fui metiendo otra vez (al fútbol). Y mírame ahora”, continuó su relato.
Pero su mejor decisión fue llegar al fútbol peruano en 2021, cuando Los Chankas decidieron traerlo desde Sportivo Luqueño de Paraguay para disputar la Liga 2. Y el crecimiento que tuvo fue exponencial: pasó del torneo de acenso a la Liga 1, jugó dos años en ADT y hoy es la sensación de Alianza Lima. Dejó de ser un desconocido a firmar el mejor contrato profesional de su carrera, con un salario acorde a lo que demuestra en el campo y con unas ganas enormes de mostrarse ante el mundo vestido de blanquiazul. Su relato de vida es una especie de milagro que no ocurre todo los días, porque a veces el talento no es suficiente para jugar al fútbol si no va de la mano con la oportunidad.
La sociedad con Barcos y la opción de la selección
Serna dejó esa historia atrás como lo hizo con el defensor de Once Caldas que intentó alcanzarlo antes del gol de Barcos. Hoy su presente es tan prometedor como la ilusión que el hincha siente tras verlo jugar en la Noche Blanquiazul. Y si bien es el primer partido que juega con público, Kevin mostró sus credenciales no solo para encarar como un correcaminos sin frenos, sino también para juntarse con Hernán y armar una especie de sociedad dentro del campo. Serna asistió al ‘Pirata’ y provocó el penal que el argentino también convirtió. No hay que ser experto para darse cuenta de la química entre ambos, de esa relación implícita que puede ser determinante en el momento menos pensado.
“Le gustan las medias lunas (postre argentino) al tipo, así que... Por cada pase gol, le daré una docena por lo menos”, comentó Barcos sobre Serna y quizá esa frase es la prueba fehaciente de una bonita amistad entre ambos. Cuando hay complicidad, las cosas fluyen; pero hace falta sostenerlo en el tiempo para el deleite de Alianza Lima. Quizá Kevin sea el socio que el ‘Pirata’ no pudo tener, o tal vez sea el responsable de agrandar su leyenda a punta de asistencias. Sea como fuere, lo que el colombiano puede ofrecer es una gama de oportunidades en ataque que seguramente traerá más de una alegría.
Y si las cosas van bien, que no sea una sorpresa una futura convocatoria de Serna a la selección peruana, aunque para eso tendrá que cumplir primero los cinco años de residencia en el Perú. Por ahora no es elegible, pero su mantiene ese nivel y convence a Jorge Fossati, verlo con la camiseta bicolor en el futuro es una opción posible.
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