Repasemos: Alianza Lima no juega mejor, tampoco es más efectivo ni ha reducido a cero los temas extradeportivos con Mauricio Larriera a la cabeza. Esta segunda versión del cuadro íntimo en el 2023 no ha logrado dar el salto de calidad que se esperaba cuando se decidió la salida abrupta de Guillermo Salas. Es más, ya que son muy pocas las diferencias sustanciales, podríamos enfocarnos en una coincidencia como termómetro de las campañas: Larriera, como Salas, tampoco sabe qué hacer con Christian Cueva, el único futbolista profesional después de Roberto Siucho que sigue en pretemporada siendo ya mediados de octubre.
Es cierto, Larriera como Salas han padecido de un volumen preocupante de lesionados que, finalmente, terminan mermando el rendimiento individual y colectivo de un plantel que ha inicios de año se jactaba de ser el más prolijo del fútbol peruano. Las altas expectativas terminan traicionando la paciencia y la calma frente a un equipo desproporcionado entre sus aspiraciones, el rendimiento y su imagen.
Alianza lleva más de una docena de partidos invicto, sí. Pero ha padecido en duelos claves como ante Melgar y ahora ADT en casa.
Este Alianza Lima, hay que decirlo, depende de un futbolistas de 39 años para atinarle al arco. Lesionado Pablo Sabbag y sin intenciones de propiciar una aparición desde los más chicos, el cuadro de Larriera llega al gol solo si Hernán Barcos amanece distendido y claro. Un arma de doble filo porque deja al club a un paso de la épica como del descalabro.
Por otro lado, la irregularidad de Bryan Reyna sigue siendo una de las características más regulares de este equipo.
Y claro, Cueva. El erudito de la chocolatería parece haber perdido esa memoria sensorial que lo relacionaba íntimamente a la pelota. La misma que lo llevaba, casi como de la mano, sutil y cómodamente, por cada diagonal, desdoble, cambio de ritmo o alguna otra extravagancia que le permitiese romper líneas defensivas. Hoy pone en evidencia la falta de potencia, la baja respuesta de sus músculos y la desaparición de ese pique corto y explosivo que detonaba cinturas. Hoy su fútbol es discreto, minúsculo, indiferente a lo que hasta hace poquito lo convertía en un artesano del juego pícaro y épico con la selección peruana.
Siete meses después de llegar a Alianza Lima, su pretemporada física y mental no termina.
¿Y Larriera?
Sigue sin ser un entrenador con un planteamiento convincente. Mucho menos cuando juega de local, como en el último duelo en Matute, donde nunca pudo replantear con éxito ante un visitante riguroso en el esfuerzo y aplicado en lo táctico.
Veremos cómo resuelve la crisis del último fin de semana -donde siete jugadores fueron grabados en una fiesta privada tras el empate 0-0 ante ADT- y si se sobrepone con miras a las finales.
Y es que el problema no es que celebren. Tampoco resulta una falta grave que ingieran alguna bebida alcohólica en su día (noche) libre. La complejidad y peligrosidad de las acciones de estos siete futbolistas (entre ellos Carlos Zambrano, Christian Cueva, Bryan Reyna, el ‘Rifle’ y Pablo Sabbag) radica en el momento.
Irse de fiesta horas después de un resultado que implique poner en riesgo el objetivo deportivo del año no es de las decisiones más lúcidas. Peor aún si los protagonistas son lesionados en proceso de rehabilitación.
Lo extradeportivo no termina siendo decisivo, pero finalmente influye. En la percepción del hincha, en la interna y en la respuesta física frente a una lesión.
Peor si no es la primera vez. Antes de Larriera; Salas y mucho antes Bengoechea, también tuvieron que amagar con esa otra cancha donde también se pelea el título, la opinión pública.
Por lo pronto, el único camino de Larriera para salvar su cabeza es adjudicándose el tricampeonato. Luego, posiblemente igual tenga que irse. Finalmente, los cálculos en Alianza Lima con el uruguayo se hicieron para eso: el título.
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Es Jefe de la Zona Deportiva de Grupo El Comercio. Se inició como periodista en el 2009 en diario Correo. Ha sido editor digital, editor general y director periodístico del diario EL BOCÓN, también editor general de diario DEPOR. Enviado especial al Mundial Brasil 2014. Aficionado a la astronomía. Sanmarquino.