“Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡yo no sé!”, escribió César Vallejo hace más de 100 años en su poema Los Heraldo Negros. Sortear las adversidades que se te presentan puede definir la persona en la que te convertirás en el futuro. No importa el entorno o las necesidades, eso lo sabe muy bien Abdiel Ayarza.
El volante de Cienciano desde muy chico tuvo que aprender a tomar decisiones de adulto, pues la vida se lo trazó así. A los 14 años, cuando la mayoría de sus amigos salían a jugar fútbol en los campos de Río Alejandro, en la provincia de Colón (Panamá), él tenía que ir a trabajar para convertirse en el soporte de su numerosa familia.
“En mi juventud, muchas veces, me tocó hacer mandados muy duros por donde yo vivía. Lo hacía para tener un sustento para mis hermanos. Botaba basura por 50 centavos, cargaba tanques con agua, pero -gracias a Dios- siempre me mantuve firme”, cuenta orgulloso Abdiel.
Forjando el carácter
Río Alejandro es conocido en Panamá por sus problemas sociales, donde se concentra la pobreza y la violencia. El hambre y desempleo que rodea a este pueblo puede inclinar a muchos a seguir por el camino equivocado: “Yo convivía con gente que estaba en el mundo del hampa, que cargaba pistola y droga, pero no quise meterme. A muchos conozco, aunque algunos están muertos y otros detenidos”.
Si bien el entorno no fue propicio, Abdiel Ayarza tuvo claro que quería ser más y peleó por conseguir un mejor presente. “Trabajé en las construcciones casi tres años. Entré a la ampliación del canal de Panamá, mientras que a la par me desarrollaba en la Segunda División en un equipo que se llama Colón C-3. Allí luchaba día a día, porque trabajaba de 5 a.m. a 5 p.m. para luego ir a entrenar a las 6. Esa fue la vida que Dios me dio”, dice con firmeza.
Ese esfuerzo fue recompensado. Tras meses de romperla en la Segunda División, Ayarza es llamado a pertenecer a Santa Gema en el 2017, equipo que disputó la liga profesional de Panamá y donde jugó por dos temporadas y media. Tiempo suficiente para luego ser fichado por Independiente de La Chorrera, club que con el que ganó un torneo Clausura y luego un llamado a la selección panameña.
En la vida hay que compartir
“Vivo en un pueblo rodeado de pobreza y sé lo que es no tener nada, ningún juguete, ninguna manzana. Pese a ello, de niño sabía que esperaba un plato de comida o la mitad del plato de algún amigo. Por eso soy de las personas que comparte”, comenta Abdiel. Esta vivencia lo ha impulsado a tener gestos con su gente, con los que lo vieron crecer. Así llegan los recuerdos...
Sí, aquellos momentos cuando no siempre sobraban los chimpunes: “En Panamá los llamamos ‘tacos’ y, cuando no era profesional, siempre tenía unos viejos que debía amarrarlos o coserlos por todos lados. Me duraron como tres o cuatro años”.
Curiosamente, ahora le sobran ‘tacos’: “Hay gente que me conoce y me regalan chimpunes, tres o cuatro, y yo siempre los cargo en una maleta. Cada vez que alguien necesite se los doy sin pedir nada a cambio. Antes no tenía ninguno y ahora tengo para regalar, para que no pasen lo que yo viví”. En Río Alejandro ya no hay ausencia de chimpunes. Ni de fe.
Su único miedo
La fe que tiene Abdiel Ayarza es infinita. Pocas personas pueden jactarse de creer sin esperar algo a su favor, solo tienen esa esperanza de que las cosas cambiarán. El volante panameño afirma que a lo único que le tiene fe, pero también miedo, es a Dios. Y así recordó aquellas épocas cuando el hambre golpeaba y no quedaba de otra que cazar a uno de los animales más peligrosos del mundo.
“Donde yo vivo, buscamos los cocodrilos para comer, pero otros los cazan para la venta. Nosotros lo preparábamos con jugo del coco y después lo hacíamos en guiso. Si en esos años no me daba miedo, hoy en día menos. Solamente le tengo miedo a Dios, a nada más en esta tierra”, afirma Abdiel. Ahora, esta actividad está prohibida en su país, ya que estos animales se encuentran en peligro de extinción.
Cienciano le renovó la confianza por un año más a Abdiel Ayarza, un jugador que en el 2020 se ganó un lugar en la pizarra de Marcelo Grioni. Esta temporada espera conseguir el ansiado pase a un certamen internacional, aunque de momento no tenga claro hasta cuándo seguirá en Cusco. Solo está enfocado en su presente. El resto lo pone en manos de Dios y, por supuesto, en su fortaleza. Así siempre fue la vida para Abdiel.
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