El fútbol da y quita, como si se tratase de una linda ironía. A veces es cruel, pero también reconforta y premia. Y Paolo Guerrero puede dar fe de ello. Porque el capitán pasó de descender al infierno para ascender al cielo después, como una montaña rusa que sube y baja en el tiempo. Pasó de la decepción con Fernando Gago en Racing a vivir un nuevo romance con Luis Zubeldía en Liga de Quito. Y en ese proceso, en el que muchos tiran la toalla y se dan por vencidos, se reinventó a los 39 años para cobrar su revancha: ganar la Copa Sudamericana por primera vez en su carrera.