Hace 21 años, Jefferson Farfán hizo su debut con la camiseta de la Selección Peruana en el Sudamericano Sub-17. Desde entonces, la figura del ‘10 de la calle’ se sostiene como uno de los máximos exponentes del fútbol peruano. Este miércoles cumplió 38 años en medio de momento difícil en lo deportivo, donde busca reinventarse y volver a brillar con Alianza Lima, dejando atrás las lesiones. En esta nota hemos buscado retratar a la “Foquita” desde el tono más íntimo a través de la voz de quienes, en algún momento de su vida, formaron parte de su lado más personal.
Para quienes lo conocieron desde pequeño, cuando le jugaba bromas a sus ‘profes’, o han compartido con él un asiento de bus, saben de primera mano cómo es realmente el delantero nacional. Los años le han dado mayor experiencia, pero la picardía y el ‘chocolate’ siempre lo ha tenido desde muy chico, tal y como recuerda Julio García, quien lo tuvo a su cargo cuando la ‘Foquita’ entrenó con las divisiones menores de Alianza Lima.
La sala de cómputo
Era 1999 y un joven Jefferson llegó a las canteras de Alianza Lima para arrancar con su aventura futbolística con los más grandes. Su buen pie, manejo del balón y ‘quimba’ en cada regate lo hicieron único en la categoría 84′, a la que pertenecía junto a su ‘compadre’ Paolo Guerrero. Tanto era su talento, que rápidamente llamó la atención del ‘profe’ García, quien lo tomó bajo su mando para ir puliendo a una de las ‘joyas’ blanquiazules.
“Han pasado casi dos décadas y no ha aparecido un talento como él o Paolo”, cuenta Julio a Depor. Mes a mes, entre ‘palomilladas’ y horas de estudios, Farfán fue agarrando más confianza, ya que era el favorito para los goles en cada partido. ¿El problema? El exceso de halagos, sumado a su tremendo desempeño podía hacer que pierda un poco la viada. “A veces los chicos se confunden y se relajan, por lo que le restan importancia al estudio y hubo una época en la que íbamos al colegio para ver cómo estaban sus notas”, recuerda el DT.
Fue así que un día cualquiera del año 2000, Julio García llega al colegio ‘Los Reyes Rojos’ de Barranco para conocer qué tan bien o mal estaban Jefferson y Paolo, ya que ambos cursaban en la misma institución, gracias a la beca educativa que obtuvieron. Como ya tenía conocimiento que pasaban gran parte del tiempo en el aula de cómputo, quiso sorprenderlos él mismo, pero grande fue su decepción al no encontrarlos ‘in fraganti’.
“Como ya se les había llamado la atención por sus notas, incluso, se les había suspendido de partidos, tenía que ver cómo estaban nuevamente. Llego, pido los permisos para entrar y, en vez de ir de frente con la directora, me paso a la sala de cómputo y estos ‘bandidos’ se habían escondido. Le habrán pasado la voz, como eran bien amigueros con todos, les habrían avisado que estaba en el colegio”, cuenta entre risas García.
Pero, si hay algo que jamás olvidará fue la frase que le dijo Jefferson al día siguiente en los entrenamientos: “Uno tiene que estar en todas, profe”. Esta la picardía que aún posee Farfán le hacía jugarle bromas a García, aunque ello no le salvó de ser castigado cuando sus notas no eran las esperadas, por lo que, incluso, fue suspendido en la Sub-20, ya que alternaban en ese equipo por el talento que poseían. Cuenta García que un día ‘Jeffrey’ se jactó de que “faltará mi presencia goleadora” en un duelo que iba a disputar este elenco, por estar castigado, pero no contó con que el equipo saldría vencedor sin él. Una lección que le enseñó humildad y compromiso.
La piscina
Tras tomar mayor responsabilidad y seriedad con Alianza Lima, comienza a despuntar en su categoría, lo que lo llevó a ser convocado a la Selección Peruana Sub-17 en el 2001, bajo la dirección de César Gonzales. El estratega nacional tenía conocimiento del gran rol que venían cumpliendo Jefferson y Paolo en La Victoria, aunque ello no lo volvió ajeno a ser blanco de las bromas que el primero podía gestar en más de una oportunidad.
Previo a viajar a Arequipa, donde se llevaría a cabo el Sudamericano Sub-17 en abril del 2001, la delegación que representaría al país se encontraba entrenando en la Videna. Para el último día de trabajos en San Luis, la ‘Foquita’ aprovechó la piscina que disponían para orquestar el motín: “Noté que todo el grupo venía caminando y serios, mientras que Jefferson tenía su carita como una risa contenida. De pronto, me cargan todos y me lanzan a la piscina. Cuando saco la cabeza del agua veo cómo Jefferson se gozaba con la broma”.
Curiosamente, fue para dicho torneo, donde el ‘10 de la calle’ se colocaría como uno de los goleadores, aunque cuando más se le necesitó estuvo ausente, por acumulación de amarillas. En la fase de grupos se tuvo un debut prometedor, con un empate 1-1 frente a Argentina, seguido de una derrota contra Uruguay (2-1) y una contundente victoria ante Venezuela (5-2). Bastaba un triunfo más ante Ecuador para asegurar el pase al cuadrangular final, pero en el último cotejo le sacan una nueva tarjeta que lo imposibilitaba de jugar frente al ‘Tri’.
Aquel duelo lo pierden por 3-1, dejando atrás la posibilidad de pelear por un cupo al Mundial de la categoría, que se iba a disputar en Trinidad y Tobago. “En aquel torneo reconozco que cometí un error como técnico. En el partido contra Venezuela, él mete dos goles, pero ya estaba en capilla. Así que decido sacarlo, para reservarlo y que esté frente a Ecuador, ya que nos jugábamos el pase a la fase final. Por insistencia de Jefferson es que no lo hago y minutos después el árbitro le saca amarilla. Como técnico tenía que cuidar al goleador y no lo hice”, lamenta ‘Chalaca’.
Ese año también se disputaron los Juegos Bolivarianos en setiembre. Aquel torneo sirvió para sacarse la ‘espina’ del Sudamericano y lo consiguieron. “Ese torneo se jugaba en Ecuador y tenía a cargo a la categoría 84. Para esta oportunidad sí ganamos el primer lugar, con goles de Jefferson. Gracias a ese torneo, continúo al mando de la Sub-20, también con la misma base de jugadores”, comenta Gonzales, quien confesó que “siempre recuerdo a Jefferson como jocoso, burlón, enamorador, zalamero, un buen chico”.
Alianza Lima, su casa
El tiempo fue pasando, las idas y venidas a Perú, ya sea para disputar un partido con la Selección Peruana o para visitar a la familia, eran muy recurrentes. No obstante, tuvieron que pasar 17 años para que pueda nuevamente establecerse en su tierra, con los suyos y en su casa: Alianza Lima. Su experiencia en Europa y Asia lo iban a convertir en uno de los referentes del elenco blanquiazul, siempre y cuando acepte el reto de regresar, en especial, porque este estuvo muy cerca de jugar la Segunda División.
Nicolás Rey, exjefe de prensa de la ‘bicolor’, rememora con nostalgia aquella plática que tuvo con ‘Jeffry’, en la cual le puedo ayudar a definir cuál iba a ser el siguiente paso en su futuro deportivo. Luego de que se descartara la llegada del delantero a Deportivo Municipal, quedaba la duda de qué camino tomaría aquel 2021, pues ya venía entrenando unos meses en la Videna, para estar apto en los duelos que se tenían por las Eliminatorias a Qatar 2022.
La propuesta de que vuelva a La Victoria era un hecho, pero no era un decisión sencilla, especialmente, por el presente que atravesaba la institución a inicios de ese año: “Recuerdo que le pregunté ‘¿qué vas a hacer?’, ya que sabía que en Alianza Lima lo querían. Jefferson me respondió que ‘yo sí jugaría por Alianza en Segunda, mi familia es de Alianza, pero todavía estoy viendo algunas ofertas y no sé cómo lo vaya a tomar el ‘profe’ Gareca, porque quiero seguir en la selección’“.
Con esa misma confianza con la que le consultó a la ‘Foquita’, ‘Nico’ también lo hizo con el ‘Tigre’. “Esto me llevó a escribirle a Ricardo y contarle de lo sucedido. Él me manda un audio y me dice: ‘Farfán no tiene absolutamente nada que demostrar, que así juegue en Segunda División, si está con continuidad y en un buen nivel, seguirá siendo convocado’. Obviamente se lo reenvío a Jefferson y el resto ya lo conocen”, admite con cierta alegría, ya que en el fondo anhelaba verlo de nuevo vestido de azul y blanco en Matute.
Ese año, tras una resolución del TAS, el cuadro blanquiazul retorna a Primera División y esa misma temporada campeona junto a Jefferson Farfán y sus nuevos colegas de gol, como Hernán Barcos, Wilmer Aguirre, Arley Rodríguez y compañía. Una decisión que, pese a lo complejo que pudo ser al inicio, le devolvió la alegría y la confianza al delantero que hoy sigue trabajando arduo y parejo para regresar con más fuerza al fútbol.
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