“He hablado con el presidente de la federación y le he manifestado mi deseo de dejar el cargo. Los resultados no han sido los esperados y es digno reconocer cuando las cosas no funcionan, uno debe saber reconocerlo”. Las palabras son de Eduardo Berizzo, renunciante técnico de la selección chilena, luego del frustrante empate de la roja ante Paraguay, que quedó relegada en el octavo lugar, fuera de zona de clasificación.
Luego de la derrota de la selección peruana -la cuarta al hilo- frente a Bolivia, que hundió a la bicolor en el fondo de la tabla, Juan Reynoso demostró que, a diferencia de Berizzo, a él no le entran balas y rechazó toda posibilidad de dar un paso al costado: “Mi contrato es por todo el proceso y uno siente en el día a día a los jugadores. Me quedo tranquilo. Entiendo la molestia de la gente, pero no comparto su opinión. No comparto que hoy nos superaron”.
El estratega blanquirrojo no cree en la autocrítica y parece vivir en una realidad paralela donde todo está bien. Los resultados, sin embargo, dicen lo contrario. En cinco partidos apenas hemos pateado al arco y no hemos logrado anotar. Un punto de quince es muy poco. Y no hay respuestas. En La Paz ensayó una propuesta que intentó ser más audaz pero terminó siendo igual de inofensiva. El equipo de Reynoso no hace daño y así todo es más difícil.
A estas alturas, está claro que hemos retrocedido. Reynoso recibió la selección en el quinto lugar de Sudamérica y hoy somos coleros. Ha destruido valor en múltiples dimensiones. Porque más allá de los malos resultados, tampoco hemos visto respuestas en el juego. Sus idas y venidas han acabado con los automatismos que existían en el equipo; hace meses que la ‘sele’ dejó de tener un once definido y el DT no ha logrado transmitir -más allá de propias inseguridades- un patrón de juego a sus jugadores.
Se acaban de cumplir seis años de la clasificación a Rusia 2018 y con esa gesta en el recuerdo es triste reconocer que desaprovechamos ese gran impulso para consolidar el despegue del fútbol peruano. Hoy, la liga nacional sigue siendo una de las peores -sino la peor- de la región, con clubes que no invierten en menores y tampoco compiten de verdad en torneos internacionales; con resultados que se cocinan fuera de los campos de juego. Y la bicolor, esa misma que nos llenaba de orgullo e ilusión hasta hace tan poco, parece en caída libre.
Por eso, ante Venezuela, Reynoso se lo juega todo. Serán sus últimas cartas y ojalá las sepa aprovechar. Terminar el año en el último lugar de la tabla supondría demasiada presión. Ahora solo le vale una victoria, aunque incluso puede que ya no le alcance. La selección ha perdido sintonía con la gente y uno de los principales factores de rechazo es el propio técnico, que se está convirtiendo en un lastre muy pesado para Agustín Lozano, el cada vez más cuestionado presidente de la FPF.
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