Desde Río de Janeiro, en Brasil, donde trata de solucionar un problema familiar que lo hizo abandonar el Perú el último domingo, Paolo Guerrero escuchó a Jorge Fossati pronunciar su nombre mientras daba a conocer su primera lista de convocados a la Selección Peruana. La reacción del ‘Depredador’ fue serena, ya no es el veinteañero que se emociona a flor de piel por su primera convocatoria; pero en su rostro todavía hay ilusión y eso lo reconforta para extender un poco más su carrera. Con 40 años encima, habiendo sido llamado por 10 técnicos diferentes durante su trayectoria (desde Paulo Autuori en 2004) y en medio de un presente irregular con la Universidad César Vallejo, al delantero le toca asumir un nuevo rol en este proceso que recién empieza. ¿A qué versión de Paolo encontramos y qué esperar de él en la bicolor?
“A Paolo Guerrero lo veo con una motivación bárbara. No lo conozco, pero eso percibo viéndolo jugar. Espero que siga su evolución como lo sigue haciendo en la César Vallejo. Nombrarlo a Paolo ya habla por sí solo y no tengo que estar detallando todas sus virtudes”, sostiene Fossati para referirse a Guerrero y en parte tiene razón, porque no es necesario decir más para justificar su presencia en la lista de convocados. Lo que Paolo necesitaba para mantenerse en la órbita de la selección eran dos cosas urgentes: encontrar equipo y tener continuidad. Y ambas las consiguió en el ‘Poeta’, un club sin el destello ni arraigo de los equipos grandes como Alianza Lima, Universitario o Sporting Cristal, pero cuyo poder adquisitivo es capaz de ofrecer el sueldo más alto en la historia del fútbol peruano.
En Vallejo, Guerrero adquirió el protagonismo que nunca pidió. Incluso antes de que se pusiera la camiseta naranja, Roberto Mosquera ya había anunciado que sería titular, el capitán del equipo y el principal referente de su plantel. Mientras el ‘Depredador′ lidiaba con el asedio constante de los medios de comunicación por una entrevista exclusiva, el cariño sofocante del hincha trujillano que lo ve como una divinidad de carne y hueso, y la exagerada sobreatención ofrecida de parte de su club; a la vez trataba de sentirse vivo haciendo algo tan placentero como jugar al fútbol. Y dentro de esa práctica hedonista, Paolo marcó un gol en tres partidos y disputó 254 minutos de juego. Nada mal para un futbolista que con cuatro décadas encima intenta reinventarse constantemente pateando el balón.
Quizá su convocatoria pueda explicarse desde allí. Parece mentira, pero Guerrero hizo poco desde que llegó a Vallejo y eso fue suficiente para demostrar que sigue vigente ante los ojos de Fossati. Solo tardó tres minutos en marcar su primer gol con los trujillanos y bastó con verlo jugar algunos partidos para darse cuenta de que está un paso adelante del resto de delanteros del torneo local. Es cierto que su nombre pesa e influye en la decisión del comando técnico; sin embargo, también es una realidad la carencia de atacantes que tenemos en la Liga 1. Si miramos las estadísticas, no existe ningún ‘9′ peruano ubicado dentro del top 5 de máximos goleadores del Torneo Apertura. Entonces, ¿hacia dónde apuntamos?
Más allá de la vigencia de Paolo, su convocatoria también se convierte en una necesidad para todos. Dentro de la escasez del recurso humano y el sombrío panorama de la selección, el ‘Depredador’ en el ocaso de su carrera es lo mejor que tenemos en nuestro torneo local. El riesgo, seguramente, está en la versión que veremos de él en la bicolor. Guerrero ya no es el mismo de antes, no tiene esa explosividad que lo hacía un delantero difícil de controlar cuando intentaba atacar; tampoco posee esa velocidad que le permitía sacar ventaja contra los defensores y quedar perfilado de cara al gol. El Paolo de hoy no es el Guerrero del ayer. Y eso hay que tenerlo claro.
Ahora vemos a un ‘Depredador’ de 40 años, consolidado en el fútbol, que quiere darle jerarquía a un equipo que apenas agregó esa palabra a su diccionario. Intenta asumir un rol protagónico siendo el líder y capitán experimentado que enseña con el ejemplo, pero a la vez practica un comportamiento errado peleándose con los árbitros y perdiendo concentración por un reclamo no escuchado. Guerrero hoy convive con la frustración de jugar en una liga ‘poco competitiva’ -como él mismo la llamó en su momento- y aceptar que su presente solo le alcanza para eso. En Vallejo, le toca ser mucho más protagonista y determinante en el juego que cuando estaba en LDU de Quito, donde el colectivo era la estrella del campo y su función era solo garantizar el gol.
Pese a ello, dentro de los pro y los contra que significa su primera experiencia en el fútbol peruano, el rol protagónico de Paolo en la bicolor debería pasar a un segundo plano y acompañar la transición del liderazgo en el equipo. Siempre es clave tenerlo en el grupo, pero no es saludable depender de un jugador que está por terminar su carrera. Otros futbolistas son los llamados a asumir el mando, a convertirse en los referentes de esta nueva selección de Fossati y liderar su ciclo hasta el final. Con Guerrero, quizá el plan es trabajar en el corto plazo, pensando en la Copa América 2024 y la continuación de las Eliminatorias al Mundial 2026 este año; pero urge la aparición de nuevas figuras, sobre todo en ataque, para entregar la posta a la nueva generación. Paolo ya le dio a la bicolor todo lo que pudo ofrecer. Tal vez es hora de que el resto continúe esa tarea.
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