No sé nada de Rusia 2018. Entro a las multitiendas del centro de Santiago no hay promociones de viajes, no hay venta de camisetas, no hay ofertas de parrillas para los asados. Las ofertas de televisores dicen que aunque Chile no vaya al Mundial, igual el torneo hay que verlo en la mejor calidad posible.
En las conversaciones con mis amigos no se había tocado el tema hasta hace unos días, cuando alguien preguntó: "¿Cuándo empieza el Mundial?". Ninguno sabía, a nadie le interesaba. Hablamos de la U, de Colo Colo, del torneo de fútbol local, pero del Mundial nada.
“Ningún canal de señal abierta va a dar el Mundial Rusia 2018”, me dice mi papá. ¿Será verdad? Días después, uno de los canales lanza la publicidad anunciando las transmisiones. En ella se ve a unos relatores aburridos y cesantes, que recuperan el entusiasmo relatando un partido entre unos niños de un suburbio de Santiago. Anuncian el Mundial sin hablar de él directamente.
El llamado es a pasar las penas del fútbol con más fútbol
En las noticias no se informa de la llegada de los futbolistas chilenos que juegan en el extranjero, ni del inicio de la concentración. Se habla de una polémica bastante extraña entre Vidal y Bravo que se maneja con una cizaña tan adictiva como autodestructiva. Como si eso fuera a llenar el vacío que deja el no pensar en Rusia.
Rusia es un país que queda muy lejos de Chile. No por los 15,000 kilómetros que hay entre Santiago y Moscú, sino que porque hoy, en el imaginario colectivo de los futboleros y futboleras chilenos, Rusia significa otra galaxia. No hablamos su idioma, no compartimos los códigos, no nos identificamos. En resumen, es una galaxia a la que no pertenecemos. Porque no participamos.
Santiago está gris, típico cielo de mediados de mayo. Mientras todo el mundo del fútbol piensa en Rusia, yo pienso en sentido opuesto, en el único lugar donde sé con certeza que el Mundial no me causará dolor alguno simplemente porque, con seguridad, no será tema: Estados Unidos. No sé si fue solo coincidencia, el Universo conspirando en mi favor o fue mi inconsciente, pero me voy para allá dos días antes de que el Mundial empiece. Así me aseguro de que seguiré sin saber nada del Mundial.