Cuando Paolo Guerrero era una joven promesa de Alianza Lima, - al otro lado del mundo - Makoto Hasebe daba sus primeros pasos en la liga japonesa, sin saber que – años más tarde – se convertiría en el líder natural de su selección, tal y como lo es ahora el ‘Depredador’. A uno le gusta el ceviche, y el otro es un amante del Sushi. Pero, ¿a qué viene semejante comparación?
Aunque distintos parezcan, Guerrero y Hasebe guardan muchas cosas en común. Más allá de que son los capitanes de sus respectivas selecciones en el Mundial, ambos nacieron en el 84. Además, por sus venas corre sangre peruana y, sobre todo, se convirtieron en la pesadilla de Colombia en los últimos tiempos.
Por siempre serán recordados en tierras cafeteras. Paolo, porque sometió a David Ospina al vapuleo mediático, con un gol de tiro libre (indirecto), que forzó Perú para seguir soñando con la clasificación a Rusia 2018. Y Hasebe, porque se convirtió en el primer capitán asiático en vencer a una selección sudamericana en un Mundial (Japón ganó 2-1 en el debut).
Café cortado: Colombia sucumbe ante Japón en su debut en Mundial Rusia 2018
La madre de Makoto Hasebe es peruana y su papá es natural de Japón. Hace más de 15 años, el hoy capitán nipón pisó Lima por primera vez para disputar un campeonato de menores, con la academia de fútbol en la que se formaba. Hasta lo mejor se topó con algunos peruanos de su generación, como Guerrero, Farfán o Alberto Rodríguez. Quién sabe.
La relación de Makoto Hasebe con Perú se hizo aún más estrecha, cuando tuvo de compañero a Carlos Zambrano en el Frankfurt. Pero el nipón conoció la sangre guerrera de los peruanos cuando enfrentó a Paolo en la liga alemana. Él defendía los colores del Wolfsburgo y el ‘Depredador’ hacia lo mismo con Hamburgo.
Al borde del retiro, Makoto Hasebe juga su tercer Mundial consecutivo. Después de Rusia 2018 continuará contribuyendo a la literatura deportiva. Va por su segundo libro. Antes, escribió uno para hablar sobre su experiencia en el césped y sobre la importante de la fortaleza mental ante las adversidades. ‘Arreglar tu mente’ (como lo tituló) vendió más de un millón de ejemplares. Y el futbolista- imagen de Unicef decidió donar todo lo recaudado.